31 de julio de 2006

Las paradojas


Una paradoja se produce cuando se encuentran dos afirmaciones que se destruyen mutuamente. Es algo que es, pero no puede ser. Por esta definición, debería reducirse al mínimo en aras del progreso, la felicidad u otro fin encomiable. Sin embargo, éste es un fenómeno que caracteriza al ser humano y sus relaciones con los demás, con el entorno e incluso consigo mismo. Los contrasentidos rigen una buena parte de los impulsos de la humanidad, quizá sea por eso que la incomprensión colectiva esté presente por todas partes.

Observo que, últimamente, una de las mayores contradicciones presentes es que las personas que viajan en esa nueva palabra que hemos aprendido, cayuco, se mueren de hipotermia, cuando, en realidad, se dirigen hacia un país que se encuentra en alerta por el calor. Fallecen por un frío terrorífico, pero creo que también les influye el pavor del desamparo. Al mismo tiempo, es raro, porque han tenido el inmenso coraje de embarcarse en esas barcazas, sin fecha de llegada ni garantía alguna de éxito. Unos valientes muertos de miedo.

Todas las noticias que la inmigración produce, destilan un cierto halo de homogeneidad. Son tan parecidas entre ellas que acaban por convertirse en ruido lejano. Como los atentados en Irak o las escaramuzas en Oriente Medio. Ese murmullo uniforme contrasta con la diversidad de casos, de caras, de personas, de condiciones vitales que conforman el contenido de esas noticias clónicas. Precisamente, en Oriente Medio choca la proximidad geográfica de los países en conflicto, limítrofes unos con otros, y su eterna e insalvable lejanía política.

Pese al frío de la noche en el mar, los inmigrantes siguen llegando y algunos continúan muriendo en su búsqueda del calor. No buscan el del termómetro, sino el humano. Mientras tanto, en tierras tan lejanas, que a muchos ni siquiera les importa no saber situarlas en el mapa, los enfrentamientos armados continúan entre vecinos, a veces conocidos, y todos seguimos ignorando y olvidando unas noticias que, paradójicamente, nos afectan y horripilan a todos.

No hay comentarios: