31 de julio de 2006

La revelación


Ser profesional no está de moda. Todo aquel que pueda dejar algo a medias, cargar con el muerto a alguien o escaquearse, lo hará. Uno que parece que sí lleva su trabajo hasta el límite, que exprime su tarea es el juez Fernando Grande-Marlaska. Quizá me equivoque y esté teledirigido como otros tantos, pero, a primera vista, es la antítesis del laissez faire español. Pasa de treguas, diálogos, precios políticos y otras palabras huecas. Si hay indicios de delito, interviene. Para eso es juez. Si fuera charcutero, cortaría el jamón finito, como toca.

Big-Marlaska, o Fernando el Grande, en su afán por el profesionalismo extremo, podría decretar prisión sin fianza para el Papa, aprovechando que estará de visita por Valencia la semana que viene. Tantos siglos de mentiras, asesinatos en nombre del Señor y opresión, sin ni siquiera pedir perdón, merecen un culpable. Quién, sino el responsable máximo, Ratzinger-Z, el padre espiritual de todos los fieles. Además, dicen que si uno lo va a ver, le perdona todos los pecados. ¡Todos! Su visita es una macrobula papal de incógnito, un festival de indulgencia, una vorágine desatada de perdón. ¡¡¡Como tienen que estar los creyentes de Valencia y el resto de practicantes de España y otros lugares que vayan a verlo!!! Pecando sin parar, envidiando airadamente, haciendo acopio innecesario de dinero con una mirada insolente, comiendo sin hambre y fornicando con desgana, por citar los capitales.

Todos pecamos. De hecho, conozco a más de uno que lo de la fumata blanca lo lleva también a cabo, pero no de la misma forma que en el Vaticano. Por cierto, ¿y si el botafumeiro de Santiago no quema incienso en su interior? ¿A qué responde la cara de los feligreses? La mirada perdida, una intenso sentimiento de satisfacción… Eso no es producto de la mística, el rezo o de la revelación divina, sino del colocón general fruto de la inhalación al por mayor. Cuando se dan la mano, nada de piedad ante Dios, se intercambian papelinas, bolsas de hierba y demás enseres. Y esas frases que murmullan no son más que el precio. Un taleguito, amén. Las catedrales e iglesias son el centro mundial del trapicheo. ¿No me dirán que lo de comerse la hostia no parece la cola de la Metadona? ¿Será que el cuerpo de Cristo tenía propiedades opiáceas, como un generador endógeno de endorfinas?

Ahora empiezo a entender las cosas, viene a mí la verdadera revelación. Lo del Código Da Vinci y María Magdalena se queda pequeño al lado de este descubrimiento: ¡¡¡la Virgen María se refiere a una planta!!! Te chinchas, Dan Brown. Así las cosas, se entienden mucho mejor las leyendas sobre apariciones, la divinidad de Jesús y sus milagros, lo de la paloma fecundante -¿alguien se lo había tragado?- y el sexo de los ángeles. Todo, producto de la turbación psicotrópica. El Cristianismo queda, una vez más, al descubierto, con la sotana en los tobillos y el monaguillo de rodillas, con la doble moral que predican contradiciendo la realidad y el Papa, fingiendo ser ajeno a todo -¿no han visto sus ojeras que le delatan?-, reparte perdón a unos que, paradójicamente, ya están condenados. Por eso el juez Marlaska no interviene la Iglesia Católica. Pensará que ya es suficiente con la pena que soportan: el catolicismo es la impureza del espíritu.

No hay comentarios: