11 de diciembre de 2008

La carne

Ricardo Alabastro amanecía a diario como un hombre solitario y malo. Nadie sabe a ciencia cierta qué fue primero, si causa o consecuencia, si la soledad o la maldad. La cuestión es que Ricardo cosechaba enemistades minuto a minuto. Y lo hacía porqué le apetecía. Buscaba la animadversión ajena sólo por autocomplacencia y eso le sumía en un aislamiento social perenne.

Sin embargo, ese aislamiento tenía una excepción. Su único e íntimo amigo, Unívoco Ros – Uni, para Ricardo- que hacía oídos sordos a toda palabra agreste pronunciada por Ricardo. Y es que no le quedaba más remedio. Uni era un pobre hombre sin amistades conocidas, virgen y fotosensible. En pleno agosto se veía obligado a cubrirse con múltiples telas para no mudar la piel como una serpiente. Eso le salvaba la vida, pero acrecentaba su ya de por sí alta probabilidad de continuar célibe.

A cada impertinencia de Alabastro, Ros bajaba la cabeza, dócil. Era su única manera de conservar alguien con quien caminar al lado. Así, se complementaban a la perfección: Alabastro era un sociópata empedernido y Ros un pusilánime, comparsa y obligado adulador.

Todo cambió, no sólo entre ellos sino en todo el pueblo, cuando apareció Verónica Asaz, la nueva dependienta de la carnicería “Comestibles Asaz”. Verónica era la hija de Costilleja Fango y Leopoldo Asaz, los anteriores dueños del establecimiento. Él había muerto recientemente empitonado por un toro embolado en las fiestas del pueblo. Atila, como le llamaban en la comarca, de natural valiente, en mala hora quiso encenderse un puro con el asta ardiente del animal. La cornada fue tan profunda que se tuvo que celebrar el sepelio en la plaza aún en fiestas y con banderilleros colocando ágilmente las coronas al lado del finado que mostraba una estampa a medio chamuscar, a medio fumar y a medio rigor mortis. Su mujer, Costilleja, desapareció entre los muros de un convento de monjas cultivadoras de opio. Cerraron la carnicería y Verónica heredó el establecimiento, dos acres de tierra estéril, siete gallinas, el género de su madre y el ímpetu de su padre.

Semanas después, al reabrir la tienda, el nulo atractivo de ir a comprar carne se trocó en circo romano al mostrarse Verónica con bata escotada y leotardos de lycra blancos, obviando la ropa interior y mostrando muslo, pechuga y descaro por igual. Ni qué decir tiene que la revolución hormonal masculina de la villa era evidente. La mezcla de sensualidad y sangre animal dotaba a la escena de una sordidez atroz aunque no le restaba un atractivo morbo, fatal para los hombres de aquel lugar.

La Carnes, como no tardaron los del pueblo a bautizarla, no daba pie con bola. Confundía el lomo con la culata, guardaba la grasa y tiraba la carne y trituraba el solomillo para hacer hamburguesas. Sin embargo, el cojasuturno no daba abasto y ella vendía todo el género. Precisamente, la clientela antaño compuesta por señoras mayores que acudían al encuentro de la desaparecida Costilleja para comprar carne, fumar en la trastienda y cotillear largo y tendido, se convirtió en un conjunto de mamelucos peludos de ojos saltones, libido en ristre y billetera rebosante que observaban babosos y boquiabiertos la escasa maña de la Carnes. Para ellos, su torpeza pasaba desapercibida, en cambio su exuberancia corporal, les hechizaba sin remedio.

Ricardo y Unívoco no eran una excepción y acudían al colmado a diario con todos sus ahorros y lo que podían sisar de las propinas del bar. Alabastro profería vítores, aplaudía y se subía al mostrador en un alarde de obscenidad, mientras que Ros la miraba de reojo, ruborizándose cada vez que avistaba el mareante escote desde una buena perspectiva. La Carnes no se daba por aludida, pero observaba cada uno de los movimientos de sus clientes. Los conocía a todos y se asistía con curiosidad al espectáculo opuesto de Ricardo y Uni.

Los dos se la querían beneficiar. Ellos dos y el pueblo entero. Como Uni a duras penas decía nada, Ricardo le obligó a formar parte de su plan. Un día la esperaron a la salida del trabajo. Había anochecido y sólo permanecían abiertas las luces de las farolas, los neones del puticlub y el fluorescente de la trastienda de “Comestibles Asaz”. Se acercaron a la puerta y, Uni, según lo acordado, se quedó de vigilante fuera. Alabastro la vio a través de varios costillares que colgaban de ganchos afiladísimos. Ella ya sabía que estaba ahí.

Uni esperó durante toda la noche y, al cabo de unas horas, preso del sueño, se marchó a su casa cabizbajo y enrabietado por ser un cobarde. A medio camino, se armó de valor, dio media vuelta y entró dando un golpe en la puerta, decidido a cambiar su sino defenestrando a Ricardo y conquistando a la Carnes.

Nunca más se supo nada de Ricardo Alabastro ni de Unívoco Ros. Durante dos días, “Comestibles Asaz” vendió los mejores solomillos, bistés y costillas de la comarca. Y la Carnes siguió trabajando en su carnicería, con su físico por delante y sus afilados cuchillos de acompañantes.

28 de noviembre de 2008

Diario de un asesino en serie

Querido diario,

Ya no puedo más. Ha llegado el día. Hoy he comprado los cuchillos, próximos apéndices de mis manos. Me he cansado de tanto vilipendio. El hastío de ser un hombre -por no decir deidad- en paro me ha convertido en un asesino en serie. No tendré piedad con nadie y, lo mejor de todo, es que podré culpar al sistema de mis fechorías.

- ¿Cómo se declara el acusado?
- Inocente, señoría. El sistema me obligó a cometer los hechos aquí juzgados... - Afirmo mirándole con ojos llorosos, manos en rezo simulado.
- (La turba, enfurecida, de fondo) ¡Sí, claro! El sistema métrico, no te... - Hay nervios y expectación en la sala, amén de politoxicómanos, subsaharianos, mongoles y kazajos.
- Silencio en la sala, ¡orden! - El juez ya cede.
- Limpie mi honor, señoría, soy inocente. - Lo tengo en el bote e incluso le guiño el ojo descaradamente, sin sodomía implícita, sólo compañerismo de taberna con vapores alcohólicos.
- Por supuesto, camarada. Caso cerrado. El acusado queda libre sin cargos y recibirá indemnizaciones y parabienes en proporción de 10 a 1.
- Sea pues. - Esta última parte no la entiendo pero escapo brincando y haciendo calvos al fiscal.

Mi problema actual es el presupuesto. Matar es caro. Y es que soy un asesino mileurista y he comprado mis afilados hermanos en el Todo a cien, siendo éstos para untar, forma que me dificulta el desgarro y cercenamiento de venas y arterias. El crimen se convierte entonces en tarea de aserrado, árdua para mí y eterna para las víctimas. Más que de aserrado, de untado. Mis víctimas mueren untadas. Debo optimizar mi método. Y comprar más mantequilla. O margarina, que sale más barata.

12 de noviembre de 2008

De cómo volví a mi vida gris e inane

Mi periplo anterior como líder espiritual no medró, como todos ya saben. El final fue trágico y degollante pero, por suerte, tener un doble a mano aligeró mis penas y el trepanar de mi cuello. Exiliado de mi propio reino religioso, construí una lancha a propulsión con dos ventiladores veraniegos, una tabla de planchar y varios fardos onubenses que me servían ya de ancla ya de recreo, este segundo aspecto mucho más crucial ante la longitud del viaje que me aguardaba. Recorrí millas náuticas hasta dónde me permitieron los alargadores de los ventiladores, unos dos metros. Luego el impulso me llevó por la misma ruta que Colón. Avisté pateras, remonté olas atlánticas, hallé vida abisal, comí pescado crudo y cogí un buen bronceado. A mi llegada a la tierra prometida, mis ojos vidriosos no acertaban a ver las indígenas en celo colgándome collares florales, meneando las cinturas y tocando melodías tropicales, sino que mis muñecas notaban la presión de las esposas, el gritar de los agentes y el duro, frío y agreste sabor del asfalto yanqui.

Interrogado, auscultado y con mis orificios todos inspeccionados, fui interrogado sin descanso día y noche durante cinco minutos. Al comprobar mis huellas, vieron que, en efecto, yo era Joan XXIV, principal responsable de la diáspora estadounidense a Palestina y de la construcción del Palacio Joan, cuya mise en escene aglutinaba 125.000 obreros. No obstante, al no existir la joanita ni el excelsio, llevaba parada desde su misma inauguración sumiendo en la quiebra y la toxicomanía al país entero (por esto último mis fardos fueron confiscados disimuladamente con miradas sibilinas y silbidos dirigidos a las nubes). Rápidamente y con un juicio justo consistente en un sonoro “¡Culpable!” y un martillazo judicial, fui enviado al corredor de la muerte. A mí, plin, la muerte no era novedad para un visionario lúcido y ajeno a lo mundano como yo. Además, allí conocí gente de trato excelso, currículum laureado y escarificaciones varias, proceso tatuador al que me vi sometido amén de otras capitulaciones. Aún así, mediante mi labia y mis capacidades telepáticas junto con un bate de béisbol, convencí al guardia para que se quedara aturdido y escapé hacia el sur, como suele orientarse uno en las películas, donde nadie posee una brújula y los puntos cardinales son algo obvio.

Pasar desapercibido

Pronto llegué a un pueblucho de mala muerte. No disponía de Saloon ni mandaba sheriff alguno ni pululaban volátiles los salicores. A pesar de ello, era de mala muerte. Procuré adaptarme al medio a.s.a.p. y, adalid de la mimesis, genio camaleónico y émulo de los ultracuerpos, pasé a morar en una casa con porche, que no Porsche, doble puerta (una traslucida) en la parte delantera y una tercera en el jardín posterior, poseer armas, conducir una ranchera y engullir cantidades elevadas de calorías. Así, republicano, gordo, paleto y armado, me he pasado los últimos días huyendo de mi condición de robot, Rey y Dios, líder máximo. Antes aclamado, ahora defenestrado y perseguido por las hordas.

Disfrazado de americano WASP, pude salir del país y volver a mi casa dónde aún encontré los esbozos de mis primeros apéndices robóticos, restos de pomos gelatinescos, una postal algo chamuscada de José Antonio, a.k.a. Lucifer y mi túnica dorada, musa de mi inspiración mística. Ahora, sólo me queda esperar.

26 de octubre de 2008

Paréntesis efímero

Ni para limpiarse el culo


Les informo que hace un mes me echaron del trabajo. Como visionarios que son, les animo a que me propongan nuevos retos y horizontes laborales que explorar. Espero ansioso, currículum en mano.

También informo que me quedé sin entradas para AC/DC. Si alguno de ustedes tuviere, hijodeputa.

Y por último, y para que no parezca una rueda de prensa, les comento que estaré diez días desaparecido por la Gran Manzana gastando mis escasos éuroles cambiados en piedrólares.

Abrazos y collejas a todos.


Cuando vuelva, su Santidad tendrá listo su discurso de despedida.

7 de octubre de 2008

De cómo pasé a ser el líder religioso mundial

Días ha, aparecí de nuevo en el mundo real gracias al Maligno, sí, mi amigo José Antonio. Y, además, recolocado como líder espiritual mundial y dotado de cuerpo humano. Mi cabeza reposaba encima de un talle robusto, de pecho ancho y brazos fuertes (no eran las palancas de la muerte, pero algo era algo) y mi cerebro avanzado por fin tenía extremidades a las que dirigir. Una pena que Lucifer se equivocara y me situara en un cuerpo afroamericano, vamos, más negro que Samuel Eto’o. Mi tez blanca contrastaba a modo expresionista con el cuerpo de Kunta, pero no me quejaba gracias a según que atributos que rozaban la elefantiasis y alegraban mi harén de ninfas virginales cuyos encantos aumentaban la mística de mi figura.

Mi primera decisión fue anunciarme a los cuatro vientos:

Soy el Papa Joan XXIV y mi doctrina ha de caer encima de todo aquel impío que ose mirarme a los ojos. Vuelve el siglo XIII, lo gótico, lo oscuro y el arrepentimiento. Habéis nacido para sufrir, para ser castigados ante mis ojos, testigos inexorables de todo lo que acaece en este valle de azufre, lágrimas y ganchitos que es la Tierra.”

Tal presentación redujo el espectro religioso mundial al monoteísmo absoluto. Aparecieron Joaneros en Sudamérica, Joanistas en Oriente Medio, Joánicos en Europa y Juanetes en los pies, todos seguidores míos que, humildemente y tras ordenárselo, donaron sus mujeres –para alejarles de la tentación-, su dinero –para que no se ensuciaran con el vil papel- y drogas –para que las pusiera a buen recaudo- a mi causa. Budismo, Islamismo, Catolicismo y demás pamplinas pasaron a ser reductos similares a los amish, apartados de la sociedad y ridiculizados por el cine.

Redacté un Nuevo Nuevo Testamento (aka NeNeTe) y los Diez Mandamientos pasaron a ser dos:

- Adorarás, pagarás dinero, te someterás, obedecerás y no replicarás a tu líder espiritual, el Papa Joan XXIV, por encima de todas las cosas.

- Para cualquier duda, consultaràs el Primer Mandamiento.

Toda la población -aka ratas de mierda- fue adoctrinada con el NeNeTe día y noche. Lo enseñaban en las escuelas, lo publicaban los periódicos y los graffitis lo estampaban en las paredes. No se oía otra cosa en la radio o en la televisión y por si fuera poco, la escarificación de sus siglas en las frentes de todos se convirtió en obligatoria, así no se olvidarían jamás, pensé. NeNeTe en la cabeza de forma permanente, qué gran idea.

Mandé construir un templo que personificara mi figura, pero no había materiales suficientemente nobles ni extensión tan inmensa como para rendir homenaje al nuevo dios, así que demolieron Estados Unidos y allí se puso la primera piedra de lo que sería el Palacio Joan, construido con joanita y excelsio, dos materiales aún por descubrir pero que quizá colmarían mis expectativas. Advertí que ejecutaría mineros e ingenieros hasta que se descubrieran tales materiales. La población nortamericana sobrante, es decir, toda, fue invitada amablemente, prendiendo sus ropas con antorchas ardientes y decapitando a todo aquel que no corriera despavorido, a establecerse en Palestina, cosas del destino.

Anunciado el nuevo orden mundial, sólo quedaba a expensas de ejercer mi yugo espiritual, aplicando liturgias psicotrópicas y sumiendo a la humanidad en un caos que me reportara pingües beneficios. Sólo llevaba un día de Joan XXIV y ya vestía con túnica dorada, cinta Umbro en la cabeza, tacón alto, calcetín blanco y me expresaba en arameo, lengua que desconocía pero me daba cierto aire de trascendencia. De esta manera, mis visionarias ideas de prohibir el calzado, obligar a conducir marcha atrás, rezar el NeNeTe desnudos al amanecer o establecer el piedra-papel-tijera como nueva moneda mundial cayeron en saco roto. Ni me entendían, ni veían que eso fuera competencia de un líder espiritual.

Agotado, resolví quitarme la vida en señal de hastío, como última queja. Cogí a mi doble para situaciones de riesgo, le rebané el cuello con gran simbolismo y abandoné el báculo de hachís marroquí, símbolo de mi efímera gloria religiosa.

17 de septiembre de 2008

De cómo contacté con el más allá


La reciente inactividad de este, mi bloj, responde a causas que ya relaté anteriormente. Les recuerdo que fui derrocado como jefe de gobierno por la gracia de dios y, al mismo tiempo, desmembrado por una turba enfurecida (un enfado a todas luces incomprensible dadas mis decisiones paternalistas y beneficiosas para todo el pueblo –aka putas ratas- y, en especial, para mí). Despojado de cuerpo físico y de mis palancas de la muerte, sólo me quedaba arrastrarme propulsado por bufidos inconstantes o asiendo zurullos con los dientes a modo de punto de anclaje para luego moverme cual oruga.

La vida de una cabeza a ras de suelo me enseñó los auténticos valores de la vida, aquello por lo que vale la pena luchar. Esto es, las mujeres con falda (y a ser posible, sin braga ni enagua entorpeciendo mi línea de visión) y el vicio tabaco. Desde que se hizo efectiva mi decapitación fumo gratis porros candentes, puros mordisqueados y colillas con carmín. Al carecer de pulmones, evito cánceres y enfisemas, y gano cierto aire de dandy al no poder coger el cigarro humeante con la mano.

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Sin embargo, la visión de la ingle femenina y el vicio constante y gratuito no colmaron mis ansias de poder ni mi pobre movilidad. Por eso, opté por proyectar mi frustración y gritar a todo el mundo e insultar a diestro y siniestro hasta que fui presa de una banda de bling-blines que me adoptaron como arma arrojadiza a la par que incendiaria. Así, fui rociado con gasolina, prendido y arrojado contra un grupúsculo de ñetas mientras sonaba reggaeton de fondo. Finé, pero al menos fue con honor, agrediendo y quemando gente de obtuso hablar, mal vestir y peor yantar.

En el tránsito hacia la otra vida, no encontré pasillo con la luz al final ni barquero con las monedas ni abducción o similar. Sólo había un coja su turno. La cola era más larga que en la charcutería del mercado de mi barrio, pero bueno, como tenía la eternidad por delante, seguí oteando entrepiernas femeninas en contrapicado. Después de un rato allí, concluí que el más allá es un antro. Estaba repleto de almas en pena, el mobiliario era como de todoacien, pero carbonizado (eso me hizo deducir que fui a parar al infierno) y sonaba un run run constante como de engranajes poderosos.


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Llegó mi turno y me entrevistó el mismo Lucifer, que en realidad se llama José Antonio, pero se cambió el nombre para aparentar. Después de horas amenazándome y anunciando el suplicio que me esperaba ad aeternam, le insté a que me dotara de cuerpo y extremidades, me devolviera a la vida y, juntos, dominaríamos el mundo. Nos lo jugamos a Texas Hold'em y vencí con un ful jotas-cuatros. El gran Lucifer fue clarividente y, en un abrir y cerrar de ojos, me resituó de nuevo en la Tierra como padre de todos, es decir, como el Papa Joan XXIV. Esto que narro fue ayer. Preparaos, ratas almizcleras, la nueva doctrina espiritual está al caer.

3 de septiembre de 2008

De cómo me convertí en un rey efímero

Mi nueva condición robótica me trajo hace un par de semanas la primera de las innumerables sorpresas que me depara mi estatus actual. Los engranajes que instalé en mis brazos, ahora los llamo cariñosamente palancas de la muerte, me han dotado de una fuerza inusual. Con ellas ahora rompo, doblo y hago trizas todo lo que se me antoja que no es poco. Coches azules, esquinas de calles, farolamen de autopista y sillas de terrazas sufren mi ira metálica. De ahí que el ejército mandara a mi casa hace un par de días un regimiento de ciento cincuenta mil hombres, varios centenares de helicópteros, tanques y demás parafernalia militar. Un simple vaivén de las palancas de la muerte bastó para aniquilar semejante molestia. Derrocado el ejército, el Congreso se postró ante mi figura, modelo de superhombre, sugiriendo que tomara las riendas del país. Y así lo hice. Pero no como presidente, sino como rey absoluto y, ¿por qué no?, tirano como pocos.

Mis primeras decisiones causaron furor en el departamento presupuestario y, al alimón, calaron hondo en el populus, situando a cada cual en su lugar: a mí, en la poltrona, al resto de seres vivos, en las cloacas. Lo primero fue construirme una residencia a la altura del linaje que ostento. Un piso pequeño de dos mil metros cuadrados todo de oro, paredes incluidas, exceptuando los pomos de las puertas que son de gelatina de fresa. El mobiliario es de hachís afgano, ahora legal y obligatorio en este, mi país, y visto ropa cosida a mano con hebras de azafrán.

De los grifos emana Pingus a todas horas y mandé diseñar dos piscinas monumentales. Sí, monumentales. Una de ellas sólo de espuma, por si me apetece darme un baño relajante. En la otra se bañan permanentemente Michael Phelps y la selección austriaca de waterpolo, por si estoy en modo lúdico –tengo un interruptor en el cogote que me permite varios modos, lúdico, colérico, libidinoso y stand by-. Lógicamente, acudo a hacer largos con el octomedallista americano ataviado con una MG 42 y le castigo las extremidades para igualar la contienda. Aún debo perfeccionar mis mecanismos electrónicos bajo el agua. Nota mental: El equipo de waterpolo hace días que no se mueve. Usar la MG 42 de acicate.

Tremendos, los pomos, gelatinescos

Vista esta muestra de poder, el pueblo cloaquero salió a las calles cual marabunta enfurecida y no tuve más remedio que predicar por radios, televisiones y prensa nacional las bondades de las palancas de la muerte para apaciguar a los seres inferiores. “Todo no se puede tener y el hombre-robot soy yo”, “El pueblo sin un líder es como un enjambre de ratas”, “Fostiaré a todo el que se acerque a mi mansión” y arengas similares les iba diciendo. Extrañamente no les calmaron mis palabras dulces y protectoras y, en una sesión de lubricado de engranajes – si no la paso, me chirrían los codos- me arrancaron la pila de botón que genera toda mi energía y me lanzaron a un descampado cual chatarra automovilística.

Ahora ya no soy rey. Tampoco soy robot, no tengo energía. De mi anterior cuerpo, queda mi cerebro destilado y, ahora, desterrado de soporte. Sólo puedo decir: hijos de puta.

19 de agosto de 2008

Nubes de palabras (vía Microsiervos)

Curiosa aplicación esto del Wordle, aunque cualquiera diría que tengo un blog de cables...

12 de agosto de 2008

De cómo ser mejor persona (o robot)

Como hace días que estoy atrapado en una ola de calor constante que humedece ora mis pliegues corporales ora mis oquedades, me he planteado un cambio de vida radical cuyo objetivo no es sino el de la sublimación individual, claro está, siempre a costa del bienestar ajeno. Émulo de Gregorio Samsa voy a emprender una serie de vaivenes mentales, corporales y metafísicos que darán a mi agreste, lúgubre y atroz vida el toque de distinción que necesito a la voz de ya. Por estas y otras innumerables razones que mi corto intelecto y descomunal pereza me impiden mentar, me dispongo a convertirme en una forma de vida a caballo entre la robótica y los tejidos vivos, para progresivamente evolucionar hacia el camino verdadero, esto es, la inteligencia artificial.

El primer paso será el más sencillo: cambiar todo mi sistema circulatorio por cables de cobre, circuitos y demás componentes sintéticos. La sangre es un anacronismo biológico que sólo sirve para salir a borbotones, transportar virus, infecciones y demás bacterias malignas y aumentar la temperatura corporal. Las transmisiones electrónicas sustituirán paulatinamente mis avejentados biorritmos y, al mínimo rasguño, sólo relucirá mi cuprosa condición.

Luego, el trueque de órganos. Nada de pulmones, un buen ventilador que por delante saque aire frío y por detrás caliente, como los aparatos de aire acondicionado que intentan imitar, en cierto modo, el sistema digestivo humano: lo que sobra, por detrás. ¿Corazón? ¿Para qué? ¡Si ya no tengo sangre! En su lugar, una bomba de relojería por si algún día me apetece autodestruirme. A su lado instalaré una batería de litio ionizado (si es que existe el litio ionizado) con autocarga y reciclable. Riñones e hígado intercambiados por radiadores de última generación. Y conservaré el aparato genital, por lo que pudiera suceder, aunque con ciertos implantes que mejoren lo presente para, así, presentarme como el Palote Vil o el Férreo Mandinga. Serán unos buenos implantes. Sí, señor.

Proyecto de implante genital net-surfer)

¡Fuera ligamentos, codos, rodillas y tendones! Vengan a mí las bisagras, las tuercas y engranajes varios y, sobre todo, Tresenuno, que eso de chirriar no se lleva. ¿Los ojos? Con una cuchara y al son de plop, fuera de las cuencas. Instalo en su sitio detectores de movimiento, de luz, de calor y de mierdas de perro (amigos, no sabéis lo cerdos que son en mi barrio). Y para suplir la carencia de segregaciones endocrinas, optaré por inyecciones de anticongelante, un gota a gota de gasolina súper y depósitos de nitrógeno líquido. Las mezclas resultantes guiarán mi carácter.

Y ya sólo queda el cerebro y el gran dilema. ¿Qué hacer con él? Y os lo digo a media lobotomía, porqué me han asaltado las dudas. Es que me he arrancado el cerebelo y he empezado a bailar charleston y hablar en tagalo septentrional para alegría de la comunidad de vecinos que, harta de mi querencia por los decibelios, ahora contraatacan haciendo chanza de mi depauperada y robótica persona. ¿Qué hago? ¿Prosigo con la lobotomía y me incrusto un procesador Amstrad (que es el equivalente a mi cúmulo de neuronas)? ¿Inserto en cada hemisferio cables, tubos, pilas, transistores, conmutadores y una radio con el Carrusel de la SER para mezclar robot y persona? ¿O dejo la esponja viscosa en su sitio y procedo a la sutura craneal? Necesito vuestra ayuda.

5 de agosto de 2008

Qué calor

Con este calor no puedo ni escri

Foto microscópica de un poro sobaquil

24 de julio de 2008

Retos de futuro (III y último)

La perfección no entiende de parcialidad, lo incompleto no trasciende, no se incrusta en el colectivo humano. Por eso, heme aquí para terminar el tercer y último volumen de lo que he considerado el triunvirato esencial del progreso, los tres pilares imprescindibles para no involucionar hacia el mono, la ameba o quien sabe qué especie inferior no dotada de raciocinio ni tarjetas gráficas ATI con las que jugar a, por ejemplo, obras de arte como Mass Effect. Eso sería inconcebible.

Ninguna de las dos diatribas anteriores aquí citadas tiene sentido sin la tercera parte de este Tratado sobre el Futuro Humano y sus Insalvables Consecuencias Intrínsecas en el Devenir de la Especie, también conocido por sus siglas como TFHICIDE (pronunciado en sánscrito como “¡Pardiez!”). Primero fue la democratización del transporte aéreo, estudio pionero que ya es libro de sobremesa del director de la NASA, el ministro de Fomento y el quiosquero de mi barrio, siempre interesado en la literatura de ficción. Luego llego la tecnología sin cables y sin soportes, síntoma preclaro de una evolución mental superior. Y ahora llega, como colofón a años de estudio de campo, la medicina no invasiva.

¿Cómo podemos considerarnos una especie superior con la medicina actual? Ante cualquier infección, fractura o problema desconocido la comunidad médica se lanza a desgarrar carne, brotar de sangre y movimiento de intestinos dedos mediante. Se insertan clavos de titanio, se arranca piel de un lado y se pone en otro, se ensanchan los agujeros corporales con hierros preindustriales para que varios desconocidos inserten manos, dedos y aparatos punzantes en nuestro interior o se cubren las extremidades de yeso duro y objeto de graffitis estúpidos para, supuestamente, unir huesos. Ni un mecánico chapuzas lo iguala. Los acabados tampoco se escapan de la quema: se cose con cuerda negra a modo de embutido como si viviéramos en siglos pretéritos y se nos inmoviliza durante días o incluso semanas. Se nos administran drogas intravenosas o a través del aparato respiratorio que no colocan, tardan en evacuarse y son molestas sobremanera, tres hechos por los cuales hay que descartarlas a través de un Real Decreto urgente. Congresistas, escuchen esta llamada.

Hospitales, clínicas y consultas utilizan técnicas prehistóricas perpetuando enfermedades, amputando miembros y manteniendo la población enferma. Aquí, de nuevo, vuelve a aparecer la mano negra de farmacéuticas multinacionales, fabricantes de guantes de látex y blanqueadores de batas. La teoría de la conspiración impide el desarrollo, amigos. La revolución es necesaria.

Terminal de diagnóstico instántaneo

Endoscopias, laparoscopias o cateterismos no tienen cabida en este giro tecnológico. La abolición es el primer caso. Sin embargo, la comunidad médica ha exclamado que son las técnicas más avanzadas y menos invasivas que existen, y yo les respondo: “¡Pamplinas!”. ¿Acaso somos marionetas de proyectos cinematográficos hermanos de 1984 o El show de Truman? ¿Existe una maquinaria de la cuchufleta a nuestra costa? ¿O es que alguien desea vestirse con ropa de papel, compartir habitaciones infestadas de virus y bacterias, ser violado por el ano con guantes de látex, deglutir cámaras minúsculas para otear el estómago o ser rajado por bisturís afilados para luego ser cosido cual muñeco? No, no, no y no. Basta de médicos ineptos, clínicas nauseabundas y técnicas invasivas.

Es por ello y todo lo narrado anteriormente que os animo a ausentaros de hospitales, curanderos y demás personal con bata blanca que blanda bisturí en mano y guante de látex en la opuesta. A partir de ahora seréis vosotros los matasanos y mediante conjuros, infusiones de hierbajos y, una vez más, la telepatía y la telekinesia, sanaremos tisis, corregiremos miopías, soldaremos huesos y extirparemos apéndices de forma indolora, limpia y eficaz. El futuro es de las personas, es individual, no necesitamos ni compañías aéreas, ni cables cuprosos, ni médicos ávidos de tactos rectales. Sólo con la fuerza de cada uno, un nuevo amanecer será posible. Sobre todo para mí, que espero cobrar patentes, copyrights y royalties a partir de estos textos visionarios que, sin duda, revolucionarán la humanidad a la par que mi cuenta corriente.

17 de julio de 2008

Retos de futuro (II)

Después de la acertada y no menos aplaudida diatriba sobre la aviación y su escasa implantación en la terraza de mi casa, ahora dirijo mi cerbatana hacia otros aspectos de la vida futurible, quizá menos espectaculares pero válidos y necesarios por igual. Ante posibles apedreamientos, debo advertir que no hay que empezar la casa por el tejado. En términos evolutivos, es tan importante la aceleración de partículas como la limpieza dental. Y es que la rutina doméstica, el quehacer diario es la base del desarrollo mental, científico y, a largo plazo, mundial. Sin el orden en nuestra home, sweet home, equivalente al batir de alas de la mariposa, acontece la destrucción, el caos y el eczema en el laboratorio de la Nasa, antaño tapadera de partidas de póker ilegales. Todo está conectado. No se pueden pedir aviones para ir a comprar el pan y, al mismo tiempo, tener la habitación sin barrer. Es por esto que urge cuidar todos los detalles, incluidos los más nimios, en aras de un desarrollo superior de la infección que es la raza humana.

El alcance de un nivel científico, intelectual y aeronáutico superior no puede encontrar trabas y, hoy en día, la transmisión de datos y su posterior almacenamiento acaece en cables y soportes físicos. Es decir, trabas puras y duras. Ahí está el verdadero lastre del progreso humano. A partir de ya: di no a los soportes y a los cables. ¿Qué desequilibrio extremo se ha producido para que haya varios tipos de copa de sujetador pero sigamos tropezando con los cables del ordenador? ¿Acaso nadie de la comunidad científica se ha puesto a pensar cómo solucionar el espacio que ocupan cedeses, deuvedeses y discos duros pero sí ha ideado un yogur que provoca peristaltismo y su ulterior consecuencia? ¿Quién decide esas inútiles directrices de I+D? ¿Por qué nadie ha procedido a su decapitación? Debo incidir ahora en el uso de la guillotina como sistema carcelario excelente, rápido, indoloro, económico e ideal para exaltar a la plebe. Sí, pan y circo.

La guillotina, símbolo preclaro de progreso

Sigamos. Desde tiempos ignotos, la cinematografía se ha hecho eco de las necesidades de la población, plasmándolo en forma de soportes holográficos, transmisión por radio o, la más avanzada de todas, por telepatía (nivel al que sólo hemos accedido unos pocos). Se ha hecho caso omiso a estos acertados consejos del séptimo arte y la industria continúa produciendo kilómetros de cableado cuproso para disgusto de los de mente avanzada y visionaria como yo. Se enredan, acumulan polvo, fallan las conexiones y encarecen el producto. Ciertas sospechas me asaltan ante tal dislate, ¿no será que en lugar de cobre hay drogaína en esos cables? ¿No será que la transmisión de datos es guairles desde hace tiempo y la compra de ordenadores, televisores, planchas y demás sólo perpetúa el tráfico de drogas a escala mundial? Si es así, ¿por qué no consta ninguna comisión en mi cuenta corriente?

No hay que olvidar las montañas de dispositivos de almacenamiento que se amontonan por las casas. ¿Qué son? Vertederos de imágenes, vídeos, documentos Word, Excel y otros formatos que nos obligan a transportar su pesada carga en forma de lápices USB, discos duros portátiles, disquetes o cederrones entre otros. ¿Para cúando un sistema más avanzado de compresión, organización y guardado? O incluso se puede ir más allá: ¿Para cuándo un almacenamiento cerebral? Ante la imposibilidad actual de llevar a cabo estos objetivos, os animo a la lucha activa y de trinchera. Nunca utilicéis cables ni soportes, para nada. Ni para cargar el móvil, ni para ver la tele, ni para grabar una película… así, las empresas se verán obligadas a fabricar –o a revelar- el nuevo sistema inalámbrico que sincronizará nuestras vidas con la época que vivimos.

14 de julio de 2008

Retos de futuro (I)

La humanidad ha experimentado más cambios en los últimos 200 años que prácticamente en toda la historia, exceptuando las épocas en las que las civilizaciones romana y egipcia reinaban en la Tierra.

Inciso: Ya es hora de que los que se ocupan de poner nombres a los planetas (¿Quiénes serán?) vayan pensando en renombrarlo a planeta Agua, ¿es que no saben que la proporción agua-tierra es de 3 a 1? A partir de ya, deberemos decir: globo acuático, habitantes acuosos, programas como “El hombre y el agua”, etc. Fin del inciso.

Sin embargo, existe un cierto estancamiento en el progreso científico que no pasa desapercibido para mentes privilegiadas y avanzadas a su –mi- tiempo como la mía. Para cualquier forma de vida extraterrestre, perdón extraacuática, un mero repaso superficial a nuestras formas de organización y estructura social la escandalizaría hasta el punto de armar sus cañones de protones y aniquilar este, nuestro planeta donde el agua ocupa una gran proporción de su superficie. Precisamente estoy diseñando un arma de características similares que construiré con dos calabazas, un kilo de gravilla, el imán de los altavoces de una minicadena Pioneer y varios centenares de ordenadores Amstrad (estos últimos, enlazados a modo de núcleo multiprocesador de gran capacidad) para proceder a la aniquilación de la raza humana si no se produce un salto tecnológico hacia el futuro que me haga desestimar tal empresa digna de aplauso. Y ese salto tecnológico no puede ser otro que la democratización del transporte aéreo.


Yo lo aparco aquí que no hay zona azul

Este es el reto del futuro al que deben dedicarse científicos, prohombres del pensamiento, niños, niñas y todo aquel que ame la vida y no desee ser exterminado con mi cañón de protones (aún en construcción, pero pronto operativo). Fijaos que ya hace más de 100 años que el avión existe y su popularidad como transporte de pasajeros es indudable. Sobre todo, teniendo en cuenta que las distancias, los elementos orográficos y nuestra mermada e incompleta evolución (¿dónde están mis alas?) no permiten el paseo relajado para cubrir trayectos como, por ejemplo, París – Hong Kong, a no ser que se disponga de tiempo y dinero en cantidades similares a un jeque o futbolista. Se ha avanzado en tecnología, velocidad, capacidad de transporte, comodidad y alcance. No obstante, las compañías aéreas ejercen un monopolio abusivo e intolerable para el ciudadano de a pie negándoles el principio capitalista que mueve el mundo: la propiedad privada. Son las nuevas usureras, chantajistas del espacio aéreo.

¿Quién me priva de coger un avión en la terraza de mi casa? ¿Por qué no hay servicio público de helicópteros? Unos dirán, por su elevado precio. Y yo les llamaré ignorantes, estúpidos y personajillos, ¡por favor! Otros afirmarán, por cuestiones de espacio. Entonces repetiré los epítetos anteriores y añadiré patanes, majaderos y veletas. Si una mano negra no hubiera cercenado el progreso del aeroplano, nos dirigiríamos al trabajo ora en avión a reacción, ora en avioneta pública (entonces existiría el bono-avión de diez viajes) de las cuales saltaríamos en paracaídas hasta la ventana de nuestra oficina, existirían señales de tráfico aéreo, (en lugar de “atasco en la autopista” sería “viento racheado a 8000 pies”), brotarían las torres de control por doquier con la consiguiente reducción del paro y gozaríamos de un adelanto acorde con la antigüedad del invento y con la época que vivimos. ¿Qué necesidad hay de seguir en el medievo?

Ante tales verdades, sólo acierto a concluir que existen intereses económicos y funestos personajes detrás del subdesarrollo evidente de la aeronáutica actual y, por ello, os animo a construir, robar, comprar vuestros propios aparatos de vuelo y conquistar los cielos a riesgo de ser detenidos, derribados por misiles aire-aire o morir carbonizados después de estrellaros por causas como pájaros en los rotores, varios engines failures o poca pericia en la cabina. Sólo con vuestro sacrificio lograremos superar estos retos del futuro que, hasta ahora, han permanecido en silencio pero, al mismo tiempo, latentes en la colectividad humana.

4 de julio de 2008

Bianual

La perseverancia nunca ha sido mi fuerte. Me he calificado a veces como “de esfuerzo bipolar”. Es decir, puedo pasar horas sin hacer absolutamente nada en un estado de concentración tan abrumador que mis pulsaciones pasan a siete por minuto y mi metabolismo se ralentiza hasta tales puntos que, en comparación al resto de la humanidad, pertenezco al siglo XVII a causa de esta falta de evolución. Tengo pruebas de Carbono 14 que lo certifican. Varios científicos lo han llamado “Superhibernación en estado consciente”. A mí me gusta más “Tocarse la huevada”, pero bueno, estos de bata blanca están algo mal de la azotea.

Sin embargo, puedo pasar del estado fotosintético al estado frenético en un plis, mi genética me lo permite. Entonces, no me levanto de la silla durante horas dedicando todo mi esfuerzo a la escritura automática, el Mass Effect y ciertas páginas de moral laxa donde descansar la vista. Gracias a eso, compenso un poco la inactividad anterior y aumento mi esperanza de vida más allá de los 40 años.

Dikembre celebrando el aniversario de este blog

Y eso es lo que me sucede con este blog: ora publico asaz (hecho que no se produce desde hace siglos) ora me rasco el escroto (hecho que se produce habitualmente). De ahí la irregularidad manifiesta de la cual hago bandera. Ante esta exposición tan enriquecedora para el resto de la humanidad, os anuncio que hoy esta bitácora cumple...

2 AÑOS

Mando un abrazo fuerte a los que me dieron un empujón al principio (Doc, E –dondequiera que estés- y Miriam, ahora ya sólo en Flickr), pero también aprovecho para saludar efusivamente a nuevas incorporaciones (no en el mundoblog, sino en mi círculo bloguero) como El Hombre de la Pústula, Estanli Cuvric, o Josep, todos ellos filibusteros y arribistas que a veces comentan por aquí pero nunca por menos de una comisión de 20 euros.

No hace falta ni que nombre a Mon, Folken (¿porqué el corrector del Word pondrá Folien?), Denke, Manuel y muchos más (algunos de ellos en los enlaces) como gente de poco fiar, malandrines y de lengua viperina.

Y desde aquí también animo a Pin y a Campillo a retomar sus blogs y a pagarme una mariscada, panda de vagos (Mon, has estado a punto de ser incluido en este último grupo).

Besos, abrazos, collejas y pellizcos a todos por igual

1 de julio de 2008

La sordidez veraniega

Ocurre que en verano el ser humano se da a su versión más vil y chabacana y yo estoy aquí para denunciarlo. Si no nos basta con la repugnancia que puede y debe producir el mal uso del idioma, la falta de desodorante o la ruidera infernal y constante por cualquier razón –llámese Eurocopa, fiesta de barrio o moto de 125cc-, se añade como puro síntoma veraniego la dejadez en el vestir.

Como guardián del buen decoro me veo obligado por una suerte de fuerza colectiva, una especie de moral superior, a oponerme frontal y traseramente a la indumentaria que deja al descubierto los apéndices digitales de las extremidades inferiores: las chanclas. La pregunta cae por su propio peso: ¿Por qué alguien desea orear su pinrel cual animal salvaje?

Me topo a diario con visiones dantescas de dedos montados, uñilargos, retorcidos en dura pugna con los de al lado. Aparece el vello rizado en muchos de ellos, imagen más que perturbadora. Sin mentar la escasez de higiene que caracteriza a esos pies fruto de la nula protección ante rozaduras con el asfalto o zurullos caninos que pueblan las aceras de forma multitudinaria. ¿Realmente es necesario?

Esto, por llevar chanclas

La avanzada sinapsis cerebral es el hecho diferencial que nos separa de la selva agreste, entonces actuemos en consecuencia y tapemos el punto de apoyo de nuestro cuerpo en señal de superioridad mental ante la manada animalesca que, todos lo sabemos, tarde o temprano acabará en un zoo o en un envase de porexpan colocado en la estantería de “Carne envasada” de algún establecimiento comercial. Mi deseo es el mismo para aquellos que se calzan con semejante vestidura. Troceallos y empaquetallos. Tranquilos, adaptarnos al canibalismo no nos llevará más de dos semanas a los que, como yo, huimos del calzado chancletil.

Debo añadir que cuando uno formula una teoría es imposible quedarse en lo superficial. Hay que investigar, llegar al fondo del tema: no sólo del pie enchancletado vive el científico. Después de largas noches en vela sólo acompañado por vasos de tubo y jornadas de oscuridad, anonimato y perdición en bares de calaverismo atroz y putiferio evidente, me asaltó la siguiente cuestión como segunda tesis de mi –en breve aclamada- Teoría del Calzado y la Ropa y su Efecto Causa-Consecuencia en el Desarrollo Antropológico:

¿Qué sucede con los pantalones pirata? ¿A qué o quién se debe su innecesaria existencia?

Y entonces me cuestiono: ¿Acaso hemos retrocedido 200 años en el espacio-tiempo? ¿Es que vuelven a surcar los mares naos abanderadas con la enseña negra y ósea? Si es así, armémonos con hachas y sierras mecánicas y procedamos a cortar una pierna, no he dicho tres ni cinco, sino una pierna de cada elemento subversivo que ose campar por la rúe con la susodicha prenda. Como nació el gafapastismo, nacerá el patapalismo y su oprobio social inherente.

¿No quieren pantalones pirata? Pues que sean piratas al 100%. La existencia del pantalón sólo contempla la longitud rodillesca o tobillil, jamás se debe aceptar el corte pirata. Sólo con la amputación de la extremidad y la extracción de ojo y mano en cantidad de uno (para trocarlo con pata de palo, parche y garfío respectivamente) se permitirá la prenda maldita.


¡Este llevaba piratas! Yo lo vi ñam ñam


¿Y el diseñador? Ora corta largo, ora corta corto, pero… ¿por qué queda su aguja a la mitad de la pierna? ¿Qué aciagas intenciones oculta la longitud de la pernera? Estudiosos del tema y científicos de CCC afirman que el pantalón pirata es una estrategia para incitar a la pesca, otros aseguran que, en verano, hay cierta escasez de tela para pantalones, y todos se fustigan en un acalorado debate internacional.

Huid de estas prendas y seréis bienvenidos.

Otro día hablaré de las camisetas sin mangas, origen de muchos otros males que azotan el bienestar común.

20 de junio de 2008

Sant Joan 2008

Vuelvo la semana que viene. Estaré en...




Ver mapa más grande

12 de junio de 2008

La escasez

Acabo de llegar del supermercado. He salido de allí con vida gracias a un perro. Cuando centenares de consumidores me perseguían por tener en mi poder una red tubular con tres lujosas cebollas, un can sarnoso, cojo y con problemas pulmonares ha cruzado la calle. En mala hora para el cánido. Acto seguido las hordas de saqueadores de supermercados se han abalanzado sobre él destripándolo y engullendo sus vísceras aún calientes para luego regurgitarlas a las proles respectivas.

Epitican! No me comairl, cobarderrr!!

Por suerte, he podido pasar desapercibido y adquirir el cilindro cebollil, único y valiosísimo producto que he encontrado en el supermercado. Cebollas y un eco tremendo. Eso sí, me ha costado cuarenta mil euros. Mis ahorros, los de mi pareja y cien euros que le he sisado a un señor que se encontraba en plena vorágine devoradora de animal doméstico. Ávida de comida, la muchedumbre vaga cual zombis después del paro de transportistas. Dos días ha, se terminó el pan Bimbo. Un día ha, acabóse el chóped. Los cuatro jinetes ya cabalgan.

Sigo entonces, desde el comienzo de la huelga –de ahora en adelante, el Día 0- alimentándome a base de cebolla cruda y bocatas de gravilla. Y digo bocatas con poca convicción, porqué, al haber escasez de pan, se componen únicamente de guijarrillos. Encima, crudos. A veces, la combino con hojas secas –las verdes las acopió el avieso vecino del 3º B- o con un poco de tierra mojada, así entra mejor y no repite tanto.

Un día, pude rescatar un fósil de baguette de la bolsa del pan, pero estaba tan duro que, al caer al suelo, destruyó baldosa, cemento y ladrillo al unísono y siguió con su manía excavatoria hasta el centro de la tierra. Es por eso que ahora gozo de un bonito reclamo turístico en mi pasillo en forma de surtidor de lava. Cobro la entrada a tres euros, niños acompañados euro y medio, pero no me llega para compensar los destrozos del incandescente material. Da lumbre, me permite innovar con las sombras chinas y le proporciona a la casa un cierto tono hogareño, pero no es comestible.

La cebolla, procuro comérmela a lametones, así me dura más. La pena es que el ácido y los vapores que emana el bulbo me han dejado con lengua de gato y casi ciego. Por eso, a veces me encuentro lamiéndome las rodillas y, de ahí, mi natural querencia por el cojeo y el dolor articular cuando aumenta la humedad. Las lenguas de gato son más corrosivas que el Cillit Bang, líquido de cuyo hervor prolongado nace el J&B, también asociado a la ceguera, pero no visual.

Cebolla, whisky, Cillit, todo un enigma.

Miro por la ventana y observo como, desde el Día 0, la gente ha empezado ya a perder las costumbres sociales más básicas. Ya no hablan, sólo gruñen. No caminan erguidos, van a cuatro patas y algunos incluso se arrastran –si es que no lo hacían antes-. Se pueden ver grupos fornicando y despiojándose al alimón y la higiene ha dejado de ser algo necesario ya que el jabón de ducha fue de los primeros nuevoalimentos –así los llamaron- que se terminaron. Yo me guardé dos sobres de muestra de suavizante: uno para consumir como delicattessen y el otro para revenderlo. Con lo que saque, quizá me pueda comprar medio paquete de folios para pasar lo que queda del mes y variar un poco de dieta, que me falta fibra.

Viva el acopio.

2 de junio de 2008

Sin comentarios

Bueno, uno: BRUTAL.



Las fotos están hechas con el móvil, es lo que hay.

29 de mayo de 2008

Electric Weekend

Este fin de semana estaré por Getafe headbangeando cual antaño. Espero volver de una pieza.


17 de mayo de 2008

Evolucionar

En términos evolutivos, vivir más de 40 o 50 años es inútil. Es redundante.

La vejez es sólo un lastre en la cadena de la evolución que se permite a causa del desarrollo cerebral superior del humano en frente del animal. Sólo los lazos afectivos o sentimentales nos unen a unos cuerpos llenos de arrugas, no aptos para la reproducción y, muchas veces, necesitados de cuidados adicionales por parte de otros humanos. Y no empecéis con los comentarios tipo “Tío cafre, estás loco” o “Gerontocida” y demás mierda de grupos proabuelos y octogenariofílicos. Me limito a constatar un hecho, no abogo por la eliminación de los mayores de 50 años. Dicho queda.

- Este señor dice que somos redundantes

- ¿Redún qué? Eso lo serás tú, cerdaco


Si nos fijamos en el mundo animal, (por ejemplo, en los leones) podemos ver como se apartan de la manada –o son apartados por los más jóvenes- cuando su capacidad reproductiva o su fiereza para cazar se ven mermadas por el paso del tiempo.

¡¡¡Cuñaaaaaaaaaaaaaaaaaaaao!!!

El caso es que en la sabana africana no hay IMSERSO ni excursiones de Mundo Sénior. Tampoco tienen un banco que les ofrezca fondos de pensiones leonados o una seguridad social felina en la que cotizar durante su corta vida. Ya no sirven. Los leones son como los productos de un Todo a 100, duran poco.

Por otra parte, en la escala evolutiva nos hemos desplazado de forma descompensada. Nuestro cerebro nos da conciencia de uno mismo, tenemos habilidades manuales superiores y la capacidad de hablar, pero hemos perdido la batalla en la fuerza y la resistencia. ¿Cuánto levanta el hombre más fuerte del mundo? Seguramente entre 200 y 300 kilos. Suponiendo que este hombre pesa como mínimo 100 kilos (eso no son músculos, se comen pelotas de Nivea y luego se las hinchan desde dentro), sólo levantan 3 veces su peso. Una hormiga levanta 50 veces su peso.

¿Qué resistencia tenemos ante temperaturas extremas?

Ninguna.

¿Qué caída podríamos soportar sin rompernos algún hueso?

Poca, seguramente.

¿A qué velocidad podemos correr? ¿A qué longitud podemos saltar?

Es patético compararnos con el reino animal en este campo. Pero tenemos la inteligencia, que nos permite estar por encima y alimentarnos de ellos.


¿Hola tienen bueyes?
Sí, ¿le mato uno?
Gracias, es para hacer caldo

De todas maneras, mirando desde la distancia, no sé si me interesa más saber escribir y razonar o levantar 50 veces mi peso. ¿No es más divertido devorarnos los unos a los otros que borrar e-mails de enlarge your penis?

Es por eso que os animo a volver a los bosques, a los desiertos, a las montañas, a las sabanas africanas y a las selvas asiáticas. Despojaos de vuestros bienes materiales, desnudaos y corred al monte. Que sobreviva el más fuerte. Vaticino que en seis meses más de la mitad de la población mundial habría muerto. Unos por el invierno atroz, otros por la falta de alimentos y los que quedaran, estarían tan débiles que hasta serían devorados por las ardillas. Mucho ojo con las ardillas, amigos. Creo que en ese momento volvería a reinar el equilibrio propio de la naturaleza. A ver quién caza sin armas y en pelotas. Volveríamos a la evolución en estado puro.

Yo, en cambio, habría hecho caso omiso a mis propias recomendaciones y viviría en una mansión lujosa. Me alimentaría a base de conservas y vinos gran reserva. Vestiría bata de seda, culottes de ciclista y manoletinas y pasaría del grito al susurro constantemente. El placer máximo. Uno de mis pocos contratiempos sería no poder compartir con nadie mi vida de asueto y relajo permanente, ni tener a nadie para jugar al Texas Hold'em… pero haber contribuido al bien de la Humanidad lo compensaría. Es lo que tiene la evolución.


Evolución en formato póker


Me ha quedado un post raro, raro, raro.

29 de abril de 2008

Futuro

A pesar de la derrota, a pesar de los cambios -poco afortunados, bajo mi prisma-, hoy más que nunca...


FRANK FOREVER




Limpieza de vestuario y de actitud. FRANK sabrá enderezar el resto.



PS: Sé que es irracional, pero como me jode.
¿Hasta el punto de no cenar?

¿Hasta el punto de no hablar?




Pido un minuto de silencio.



Gracias.

28 de abril de 2008

La batalla diaria


Al caer la noche ocular, viajo lentamente, -yo diría que a -4X en lenguaje de reproductor de DVD, es como un zoom in eterno- y me dejo llevar. Es un viaje a veces placentero, a veces estresante, pero siempre amnésico. O casi. Luego, émulo de una croqueta, ruedo hasta topar con la barrera de sonido intermitente. Ahora pasas, ahora no. Veintisiete manotazos al azar consiguen superarla, ábrete, sésamo. Con la visión chinesca y la cara obesa me sumerjo en una catarata que manejo a voluntad. Nada funciona. No hay reacción, sólo encefalograma plano. ¿Quién es el del otro lado? ¿Por qué se mueve igual que yo? Entonces aparecen las tentaciones. Hay un espacio cálido que reclama oscuridad y sosiego. También está el exterior, abrupto y luminoso. ¿Victoria o derrota? La decisión ya está tomada de antemano, siempre lo está. Sin embargo, la inercia –la maldita inercia- hace que me dirija lentamente hacia el exterior. Maldita sea, cada mañana igual. Cada mañana, una derrota.


15 de abril de 2008

Boicot

Llevo un par de minutos sin actualizar el blog pero hay dos temas que ya me corroen por dentro. Los Juegos Olímpicos y Frank Rijkaard. Son aparentemente inconexos pero la relación subyace en lo oculto, en lo sutil, sólo es perceptible para unos elegidos. Y esa relación reside en el concepto de lo necesario y su opuesto, lo accesorio.

Hay que ser gilipollas


Imagino que nadie osará siquiera a aventurar que lo accesorio se asocia a Rijkaard, ¿verdad? No seamos imbéciles, por favor. El ínclito holandés de pelo rizado y ojos ensangrentados representa lo necesario, lo sublime por definición, por antonomasia y porqué sí. Sin embargo, existe una incomprensible corriente contraria a su permanencia en el banquillo azulgrana. Por otra parte, los Juegos Olímpicos (creo que debería de escribirlo en minúscula) simbolizan lo accesorio, justo el antónimo de Frank (creo que debería de escribirlo en mayúscula). Así las cosas, ¿cómo se explica que ambos conceptos –sí, amigos, FRANK es un concepto, es un ente superior, algo que sólo se alcanza a través del éxtasis místico- sean boicoteados? ¿Se puede hablar de FRANK y no tener los pelos de punta? ¿Se puede pensar en los juegos olímpicos y no llorar y tender al suicidio? ¿Se pueden boicotear dos conceptos contrapuestos?


Esto era antes un desierto. Al revés que Atila, lo que pisa FRANK se convierte en hierba verde.

La etimología del boicot nos transporta casi 200 años atrás en el tiempo, cuando se realizó el primer boicot contra el funcionario irlandés Charles Cunningham Boycott (leeos la Wikipedia, no voy a cortarpegar). El tal Boycott debía de ser un cabroncete integral y encima le atacaron con su propio apellido. ¿Y si en lugar de llamarse Boycott se hubiera apellidado López? Ya veo los titulares, “López a los juegos olímpicos de China”. O en el trabajo: “Voy a Lopezear al nuevo”. Me pregunto, ¿quién osaría boicotear (o boicotear o hacer López o Lopezear) los juegos olímpicos si se celebraran en Estados Unidos? por ejemplo. Un país donde las libertades se manipulan y la política exterior somete poblaciones sin despeinarse. En cambio, como los chinos son tan bajitos y tan rarunos, pues a por ellos. A mi plin, que duermo con Pikolín. Boicotear los juegos de China está bien, es bueno, pero no porqué los chinos puteen a los tibetanos, sino porqué hay que suprimirlos.

Los juegos olímpicos son un lastre para la humanidad. Se celebran cada cuatro años, una espera interminable. La ceremonia de apertura es un coñazo sólo apto para ñoños y cursis. España nunca gana nada importante. Y si lo ganara, pues casi igual. Se van a emitir en horarios intempestivos. A ver quién es el listo que se levanta a las cuatro de la madrugada para ver los saltos de trampolín o el lanzamiento de pértiga. Y encima las medallas no son de chocolate. Todo accesorio, todo inane, todo buyate.


Él nunca lo haría

Sin embargo, FRANK RIJKAARD –recordad, siempre en mayúsculas- representa la templanza, la clase –como jugador y ahora como entrenador-, el sabuarfer y la excelencia. Nunca agrede verbalmente a nadie y sus ininteligibles palabras solo permiten connotaciones positivas. Aquellos que arremeten contra él están cegados, no rigen, serán castigados y lo saben. El destino solo distingue entre los buenos y los malos, y los buenos estamos de parte de FRANK.

Desde esta tribuna proclamo mi NO a los juegos olímpicos y mi SÍ a FRANK. Aunque no sirva para nada.



Lo único que me gusta de los juegos olímpicos

4 de marzo de 2008

Engañar


Cuando alguien engaña a otra persona, puede sentirse aliviado al cabo del tiempo por haber afectado sólo a un individuo. En cambio, cuando el timo es masivo, los remordimientos deberían de aumentar exponencialmente según el espectro de personas engañadas. Nada de eso parece ocurrir en los dos debates que hemos vivido esta última semana. Y digo debates para que los que aún me visitáis –incluso después de pasar cada vez más tiempo entre post y post- entendáis que me refiero al encuentro falso e impostado entre Zapatero y Rajoy, porque debate, lo que sería debate, no existió.

En el fútbol, cuando vas al estadio expectante, pensando que habrá ocasiones, vaivenes, alternativas y un buen espectáculo y encuentras autobuses en el área, juego táctico, ocasiones contadas, goles pírricos y toda la retahíla de tópicos que se precien, te sientes engañado. Como en el debate. El cerocerismo más italiano se impuso a la lógica de la dialéctica.


¡¡Viva el catenaccio!! ¡¡Que debata Rita!!


Con la connivencia de las televisiones (y por encima de ellas, la Academia, organizadora del evento), los dos partidos mayoritarios se sentaron a pactar la temperatura, los tipos de planos y los temas y su duración.

¿Se imaginan a Rijkaard y Schuster hablando –pactando- los días previos a un derby?

Frank:
Oye, yo en la primera parte quiero atacar por la banda izquierda.

Bern:
Me parece bien. Yo centraré balones largos.

¡Qué estafa! ¿Cómo vamos a votar si no podemos ver la capacidad de respuesta de los políticos? En estos momentos me acuerdo de Romario. ¿Y si le hubiera mandado un sms a Alkorta?

Romario:
Dentro de un minuto te voy a romper la cintura. Cogeré la pelota y batiré a Buyo. No podrás hacer nada, sólo mirar.

Ahí está el quid de la cuestión. Y a) Lo mismo que te digo una cosa, te digo la otra. Sin previsión, sin pacto previo, sin saber con qué temas te puede atacar tu adversario político, el debate habría sido interesante y no el copia-pega de los discursos del Parlamento. Como en el futbol, donde uno está expectante por ver qué va a pasar, ¿o alguien tiene un pláning del partido con el número de faltas, internadas, chuts, etc? En lugar de debate, lo deberían de haber llamado “Diálogo de besugos 2008”. En lugar de Romario, vimos a Christanval.


Te dije que iría por aquí. ¿La Academia no te ha pasado la estructura del debate?

Además, ¿dónde está la representatividad? ¿O acaso la Liga la juegan sólo Barcelona y Real Madrid? CiU suele rozar el millón de votos e IU lo supera con creces. Pues no estuvieron. Aunque eso tampoco importa demasiado. Para escuchar a cuatro vomitando sus discursos, mejor que sólo fueran dos.


Además, todos los telediarios y programas informativos de las teles y radios han despedazado cada tic, cada gesto, cada detalle insignificante sobre los dos candidatos. Que si ganaría el que mayor entereza demostrase, que si la corbata es importante, que si los brillos, bla, bla, bla. ¿Y qué hay de los contenidos políticos? Si llega Ynestrillas muy bien vestido, no le brilla la frente y se desenvuelve bien delante de las cámaras, ¿lo votamos para presidente? Lo peor de todo, es que la resaca del debate ha inundado cualquier resquicio de los medios de comunicación y las personas y acaba por ser imposible la evasión.


Y, si no, miradme a mí, que, siglos después, gasto tiempo para entrar en el blog y, desgraciadamente, darle más minutos de importancia al debate. Total, como al final se suele votar en contra de un partido y no a favor de otro… pero bueno, ese es un tema para otro post. Nos engañan y nos da igual. Es muy triste.

3 de febrero de 2008

Decidir

Hay trances a los que uno se tiene que enfrentar durante toda la vida, momentos clave donde se decide la personalidad de cada uno, donde se adquiere consciencia del papel que se tiene en la vida. Hay trances terribles, como por ejemplo, las decisiones. Se presentan a todas horas y, sobre todo, cuando uno las rehúye. Todo empieza en EGB, cuando tienes ya que elegir entre jugar a fútbol o a baloncesto con los amigos. No hay que tener muchas luces para distinguir a un pringado en esa época: es un jugador de baloncesto. Basta verlos: niños apocados con cuerpos amorfos, codos gastados y vista mediante lupas de culo de vaso, fruto de horas ininterrumpidas de estudio, a menudo amenizadas con largas horas de navegación por páginas de ocultismo o teoría de la conspiración o por la lectura de revistas como “Más allá” o “PC Trucos”.


El génesis del declive

La decisión ya es clave aún cuando casi no tenemos raciocinio. El fútbol nos lleva a la homogeneidad con los demás, cosa que permite el desarrollo normal del niño o adolescente. En cambio, el baloncesto se convierte en el estigma de unos pocos. ¿Dónde se han visto unas canastas reglamentarias en un patio escolar? Siempre es un aro medio torcido, con cuatro cordones –antaño redes- colgando como si fuera el Madison Square Garden de Chernobil. En cambio las porterías siempre están ahí, como los moais de la isla de Pascua. Impertérritos ante los cambios, sólidos y perennes, guardianes de su valor. Además, ante su ausencia, dos mochilas se pueden erigir como sustitutos absolutamente válidos, un identificador más de grupo, un hecho cohesionador. Sólo uno se da cuenta de sus actos mirando hacia atrás con perspectiva. Dónde antes uno podía ver una canasta, ahora ve fracaso, frustración y herpes. ¿Qué habría pasado de haber jugado dos o tres años de lateral izquierdo en el Athletic Baleares? Quizá nada, seguramente todo.

¿El patio del colegio?

Al cabo de unos años, nuevas diatribas aparecen en nuestro camino. ¿Son mejores las ciencias o las letras? Otra vez a decidir, con el agravante de que tomar una senda u otra hará que nuestra vida sea un camino acolchado con pétalos de rosa o un paseo sin calcetines por un campo de cardos borriqueros. Otra vez la dicotomía, otra vez en el brete de decidir. Muchos tomamos el camino letrado, el de la excelencia intelectual –eso pensábamos-, el del cultivo cerebral, la artística mental, la creatividad, la bohemia, absenta, pipa y balancín. Error, one more time. Años después, la selva laboral demuestra qué vale en euros un ingeniero comparado con un periodista. O un arquitecto con un profesor. O un dermatólogo con un sociólogo. Y la lista es interminable. Mientras los años fértiles de la vida de los que optamos por las letras transcurren entre vahos de alcohol y nieblas que capilarizan los ojos y distienden los músculos, los vilipendiados estudiantes de ciencias se encierran en sus libros haciendo caso omiso de las cuchufletas que se prolongan ad eternam. A largo plazo se gira la tortilla y el yunque de la decisión cae por su peso encima de los mileuristas. Eso sí, mileuristas, pero letrados.

Te olvidas de esas decisiones y llega otra de mayor calado, si cabe. ¿Es mejor ser un pelele que alquila un piso y jamás conseguirá tener patrimonio? ¿O es mejor ser un pelele aún mayor que paga una hipoteca y jamás conseguirá tener algo de vida? Los años de estudiantazgo (toma neologismo) pesan y la escasez económica –al haber estudiado letras, imbécil- pesan más aún. Además, alquilar da cierta sensación de juventud, muy bien recibida cuando las canas afloran, la curva de la felicidad es una seña de identidad y hay ecos de paternidad. A lo lejos, pero haberlos… En cambio comprar piso es solemne. Significa llevar la camisa por dentro, calzar zapatos y no deportivas, incluso no salir algún fin de semana, un obstáculo insalvable para muchos. Pero, como os decía, son las decisiones las que marcan nuestra vida.



Cuestión de elección

Vivas donde vivas, volverás tarde o temprano a elegir. Al fin y al cabo, la mayor de las decisiones que se pueden tomar es ser del Barça o del Madrid. Y no ya por lo deportivo de la elección, sino por lo añadido, por la connotación. Un colorido blaugrana o una austeridad blanca, un pasado de sufrir o una victoria de costumbre, un hermanamiento de trinchera o una visión por encima del hombro, una sang culé o un orgullo vikingo. Cuando Platón hablaba de que todo en el mundo había sido creado a partir de unas esquemas preconcebidos, unos arquetipos o paradigmas, claramente se refirió al Dream Team, que tuvo que aparecer en la realidad, hacerse físico, sólido y presente, para establecer los cánones de qué significa tomar partido por un lado o por el otro. En este caso la elección correcta es bicolor i un clam.

Si has jugado a baloncesto, estudiaste letras, vives de alquiler, y eres del Barça, eres de los míos. O sea, un mierda. Si has decidido todo lo contrario, también podemos ser amigos. Si lo decides así, claro.