Interior/Día. En el Edenomato, Adán y Eva hacen cola para comprar fruta.
Adán:
¿Quién da la vez?
Eva:
Yo soy la última
Serpiente:
¿Qué le pongo?
Eva:
Un kilo de peras
Serpiente:
No me quedan, pero tengo unas manzanas Granny buenísimas.
Adán:
¿Les falta mucho?
Eva:
No, manzanas no, que me estriñen.
Serpiente:
Le regalo medio kilo de ciruelas si se lleva uno de manzanas. Venga, venga, que me lo quitan de las manos.
Eva:
(A Adán) Oye, deja de mirarme el culo.
Adán:
Pero es que vas desnuda, en Zara hay túnicas por dos sacos de harina y tres cabras. La hoja esa canadiense delante de lo negro ya no se lleva.
Eva:
Pero ¿qué dices? Si aún estamos en el Edén, aún no se ha inventado el trueque. Zara sí, pero el trueque, nones.
Serpiente:
Me temo que en el Edén poco tiempo os queda… (por lo bajini).
Adán:
Pues será cuestión de patentarlo. (Saca una Palm del interior de los calzoncillos Calvin Klein y lo apunta.)
Silencio dramático (espacio disponible para publicidad y promociones)
Serpiente:
Mire, señora, pruebe esta manzana y ya me dirá qué le parece.
Eva:
(La coge y le da un mordisco). Ah, pues no está nada mal…
Entra el segurata.
Segurata:
Señorita, está prohibido comer en el Edenomato
Eva:
¡Pero si ha sido la serpiente!
Segurata:
Ni la serpiente, ni Rita. A la puta calle.
Adán:
Oiga, ¿me puede atender ya?
Eva:
Oye, ¿no nos expulsaban juntos?
Adán:
Disculpe, señorita exhibicionista, pero no la conozco de nada.
Fin del primer y último acto. Adán y Eva se separan, jamás procrean y la serpiente y Adán viven unos años de lujuria y frutas por doquier. Años después la humanidad (Adán y Eva) se extingue y los helechos se convierten en la especie dominante del planeta.