29 de octubre de 2007

El Génesis en un acto

Adictos a la fruta


Interior/Día. En el Edenomato, Adán y Eva hacen cola para comprar fruta.


Adán:
¿Quién da la vez?

Eva:
Yo soy la última

Serpiente:
¿Qué le pongo?

Eva:
Un kilo de peras

Serpiente:
No me quedan, pero tengo unas manzanas Granny buenísimas.

Adán:
¿Les falta mucho?

Eva:
No, manzanas no, que me estriñen.

Serpiente:
Le regalo medio kilo de ciruelas si se lleva uno de manzanas. Venga, venga, que me lo quitan de las manos.

Eva:
(A Adán) Oye, deja de mirarme el culo.

Adán:
Pero es que vas desnuda, en Zara hay túnicas por dos sacos de harina y tres cabras. La hoja esa canadiense delante de lo negro ya no se lleva.

Eva:
Pero ¿qué dices? Si aún estamos en el Edén, aún no se ha inventado el trueque. Zara sí, pero el trueque, nones.

Serpiente:
Me temo que en el Edén poco tiempo os queda… (por lo bajini).

Adán:
Pues será cuestión de patentarlo. (Saca una Palm del interior de los calzoncillos Calvin Klein y lo apunta.)

Silencio dramático (espacio disponible para publicidad y promociones)

Serpiente:
Mire, señora, pruebe esta manzana y ya me dirá qué le parece.

Eva:
(La coge y le da un mordisco).
Ah, pues no está nada mal…

Entra el segurata.

Segurata:
Señorita, está prohibido comer en el Edenomato

Eva:
¡Pero si ha sido la serpiente!

Segurata:
Ni la serpiente, ni Rita. A la puta calle.

Adán:
Oiga, ¿me puede atender ya?

Eva:
Oye, ¿no nos expulsaban juntos?

Adán:
Disculpe, señorita exhibicionista, pero no la conozco de nada.


Fin del primer y último acto. Adán y Eva se separan, jamás procrean y la serpiente y Adán viven unos años de lujuria y frutas por doquier. Años después la humanidad (Adán y Eva) se extingue y los helechos se convierten en la especie dominante del planeta.

23 de octubre de 2007

Microrrelatos del apocalipsis

Cielo apocalíptico (© J0rdane)


Ultravioleta
Después de la desertización, los fabricantes de sombrillas, gafas de sol y crema solar se convirtieron en los auténticos jefes mundiales.

Evolución
Primero fue la bomba, luego vinieron las ratas y al final sólo se oía el zumbido asonante de los insectos, los nuevos depredadores.

Hambre
Cuando los humanos decidieron adaptarse al canibalismo, ya era demasiado tarde, nadie tenía dientes con que roer la escasa carne de los supervivientes.

El de Batty
Muchos vieron la estela del meteorito Hammer-3298c oscurecer el cielo. Otros contemplaron olas de cincuenta metros cerca del paseo marítimo. Todos esos momentos se perdieron como lágrimas en la lluvia. Era hora de morir.

Resistencia
Nadie contempló el último nacimiento en la Tierra. Nadie se alegró. La única forma de vida presente en todo el planeta buscó alimento sin resultado alguno. Días después, esa cucaracha murió de inanición acompañada de la lluvia ácida y las tormentas de rayos.

22 de octubre de 2007

Pecadorrrr


El ínclito Manuel me invita a rellenar otro meme. Accedo, por supuesto. El reto consiste en explicar la relación de los siete pecados con cada uno (creo). No pego las reglas, porqué son las de siempre (pega las reglas, invita a alguien, etc...)


Ira
Cuando parece que te has metido una oruga por la nariz y se te ha quedado en la frente, eso significa que estás poseído por la ira. Es el síndrome de la vena hinchada. A mí me ataca a raíz de detalles estúpidos. Curioso, poco estímulo y reacción desmesurada. Mi último ataque de ira acabó con la mesa del ordenador y una silla ciertamente maltrecha. Necesito una habitación con las paredes acolchadas.

Lujuria y gula
El diccionario dice que la lujuria es:
f. Vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales.
¿Cómo que vicio? ¿Cómo que ilícito? ¿Acaso me van a detener por ello? Dios, el Big Bang o el monstruo del spaghetti volador asociaron sexo y placer para perpetuar la especie ¿os imagináis que el sexo fuera extremadamente doloroso y, en cambio, romperse el brazo provocara un placer intenso como ninguno? Entonces, perpetuemos sin parar. Digo yo, vamos.


¡¡¡Viva!!!


Y de la gula...
f. Exceso en la comida o bebida, y apetito desordenado de comer y beber.
Pues viva el desorden, ¡hombre ya! Ni en la comida ni en la bebida existe el exceso, acaso la falta de. En cuanto al desorden, ¿existe un orden preestablecido de lo que hay que comer o beber? El apetito es un ente independiente, actúa como y cuando quiere, y yo sólo soy un súbdito que obedece a sus dictados.

Envidia
Os contaré qué es lo que envidio y luego decidimos si es sana o si me corroe. Envidio el horario de los funcionarios, a los que saben hablar en público, a los guionistas de Friends, envidio a los que saben idiomas, a los que tienen las cosas claras (si es que existen), envidio muchos blogs y otras cosas. ¿Veredicto?

Avaricia
Ahí sí que me asalta la contradicción. Temo por mi cuenta corriente y procuro ahorrar en todo lo que puedo, émulo del tío Gilito. Sin embargo, a la hora de la verdad, tomo el dispendio por bandera y actualizo el ordenador, me embarco en bacanales de 50 leuros y asisto a juergas nocturnas en la ínsula y allende los mares por valores superiores al concepto ahorro (que es diferente a la avaricia, pero si no les gusta, me llevo el blog, estilo scattergories).

Soberbia
Creo que lo único que me relaciona con la soberbia son las patatas fritas que hago, porqué me quedan soberbias. Y punto.

Pereza
Vean los lapsos de tiempo entre posts de este blog y entenderán qué es la pereza. Yo creo que me quedé sin pelo por culpa de la pereza de éste a salir. Si no tengo carné de conducir, me saqué la carrera en seis años y una de mis expresiones más utilizadas es “Pfffffff”, es que algo hay, ¿no? Qué asco.

Entonces me queda invitar y digo: Mon, Denke y a Campillo, que tiene su blog en la ruina absoluta.

18 de octubre de 2007

Arena


El sol le tuesta la piel poco a poco mientras hunde las manos en la arena caliente, jugando con las algas resecas, las conchas y las piedrecillas que se encuentra a medida que excava en círculos. Al rato, la piel le escuece tanto que el contacto con el agua, antes refrescante se convierte en una tortura térmica por oposición, pero sólo dura un instante.

No los ha visto y por eso se zambulle relajado, entregado a la inmensidad del mar y dejándose llevar por el vaivén de las olas que le provocan un concierto a dúo en sus orejas, ya el viento y el oleaje, ya la profundidad con su sonido hueco y atrayente. Un motor a lo lejos y poco más altera el bloque sonoro acuático. Gira su cuerpo y se introduce perpendicularmente y con fuerza hacia el fondo. Al llegar, hunde las manos en la arena en busca de nada, sólo de la sensación de penetrar el suelo. Abre los ojos, ve borroso. Escuece, sin embargo continúa mirando al infinito. Justo cuando está a punto de acabarse el aire de sus pulmones, se da cuenta de que están ahí. Pero es demasiado tarde. Coge impulso en balde, la huída es imposible. Los gritos en el agua se pierden, mojados y opacos.

Mientras, la última burbuja de aire que expele escala hasta el nivel de la superficie para estallar en un ¡plop! Sordo. Una ráfaga de viento eleva su toalla y se la lleva a ninguna parte, borrando así el último rastro de su existencia. Las olas rugen y los granitos de arena se recolocan con la brisa. Otro más, parecen querer decir.