30 de octubre de 2006

Calidad

Un buen guión es la mejor base para un buen gag. Basta ya de pseudohumoristas soeces, cutres y garrulos. Que tomen nota de Polonia, un programa de la televisión autonómica catalana en el que se pueden ver gags como este:

25 de octubre de 2006

Caduca hace 1 mes

¿No os pasa que cuando llegáis a casa después de ocho (o más) horas en el curro, lo primero que hacéis es mirar el correo personal o repasar el listado de blogs archivados en Favoritos? ¿Cómo puede ser? Si hay días que en la oficina no despegas la cara de la pantalla, lo último que harías sería eso. Se pueden ir a tomar cañas, ir a dar una vuelta, al cine (por cierto, os recomiendo Hijos de los hombres, pedazo de ambientación) se pueden hacer mil cosas. Pues no, ordenata. Esta peli que os recomiendo debe de ser la primera que veo en 3 o 4 meses. Esto no es vida. Pero engancha.
Estoy aquí, escuchando mi música (PanterA, Pro-Pain, Portishead y Pearl Jam, me ha dado por la P) y, muchas veces, siento que estoy de puta madre. Otras veces pienso que si sigo así acabaré convertido en un ser asocial con almorranas, vista cansada, obesidad mórbida, varices, pérdida de motricidad y vida sexual nula. Ahora bien, el blog tendrá 7 millones de posts y me habré bajado todos y cada uno de los archivos que todos los servidores comparten en la mula, jugaré al Armed Assault 28, al Pro Evolution Soccer 37, tendré una pantalla-holograma y un ratón-teclado integrado en mi cerebro. Creo que prefiero las cañas.

Ahora que lo pienso, llevo tanto tiempo sin actualizar el blog que los temas que me apunté son ahora mismo pinturas rupestres. Quería hablar sobre las fotos que EFE reveló que eran falsas, sí, las de Paquito con Adolfito en la estación de tren. Esto les da, en cierto modo, la razón a aquellos abanderados de la conspiración. ¿Hay que dudar de todo? Quizá sí, pero no volverse psicótico. De todas maneras, lo de la foto es sólo un granito de arena insignificante. ¿O es que alguien aún confía en descubrir quién mató a Kennedy o si el hombre llegó a la Luna? Kubrick tendría mucho que decir en ese sentido. O quizá mejor se lo preguntamos a Acebes, El Señor de las Líneas (de investigación, claro).

También quería comentaros una de las frases más hilarantes que he leído últimamente. No la transcribo literal porque no recuerdo la fuente, era algo así como: “Los Príncipes de Asturias adelantarán el sexo de su segundo hijo”. Aún pongo los ojos como platos cuando la leo. ¿Así que los borbones creen adecuado que su segundo vástago se inicie en las labores olorosoas, calurosas, táctiles y gustativas del sexo antes de los 14 –que es la media española- ? Esto es fruto de la anarquía y el libertinaje reinantes que han corrompido a nuestros queridos y amados y honrados y trabajadores y solidarios y honestos y sinceros y cercanos y…(¿sigo o se nota la ironía?) …reyes. Se ve que el primerizo dice “agua”. No se preocupen, tarde o temprano dirá “euro” y quizá “whisky”.

Así termina este post caduco, otoñal y con ciertas partes algo mohosas.

20 de octubre de 2006

Cosas que dan rabia (2)

- Las sillas, camas y puertas que chirrían.
- Cuando se acaban las pilas del mando a distancia
- Coger el móbil del bolsillo y colgar por equivocación.
- Las hojas de afeitar mal afiladas.
- Cuando el boli no escribe.
- Cuando los camareros te traen sólo un azucarillo para el café con leche.
- El "capado" de ONO y otros proveedores de Internet a las redes P2P. Viva la mula, ¡hombre!
- Un clip doblado. ¡Nunca aguantará nada más!
- Un cubata aguado.

17 de octubre de 2006

Someone said...

¡Xaaaaaaaaaaaaaaaaaapiiiiiiiiiiiiii!!!

Andrés Montes.

Un dibujo

Horas muertas con el Photoshop



13 de octubre de 2006

La selección musical del día

Un escrito antiguo

Llevo días con una sequía mental aguda y tampoco quiero rellenar el blog de vídeos del youtube (a excepción de La selección musical del día). Por eso me he puesto a rebuscar por el PC y he encontrado un texto que escribí hace unos años cuando estaba de bajón. A ver qué os parece:

Vacío

Y dejo de mirar la esquina para cebarme en mi sexualidad manual. Dispersión o concreción. Todo o nada. Mejor nada. Cero. Vacío. Camino de punta a punta sin detenerme a pensar en los antecedentes o en las consecuencias. Ni siquiera en los remordimientos. Aun tocando los extremos al mismo tiempo, el hastío y el aburrimiento se erigen como mis principales virtudes.
[...]

Y no paro de no hacer nada. Entonces aprovecho para huir. Me voy a la etílica irrealidad en un viaje psicotrópico de cuarenta grados de intensidad. Una y otra vez, el humo que me traspasa hace de mí un ser etéreo y desaparezco de nuevo inyectado en sangre. Si vuelvo a mi condición sólida, la verdad se muestra en blanco y negro. Es cuando los espejos cóncavos del callejón del Gato filtran los estímulos a percibir. Por eso me gusta más el otro lado, en el que caigo por un abismo de cadencias sexuales y etílicas, perdiéndome por los sitios que elijo, sin saberlo, al azar.
[...]

Y sólo encuentro ayuda en la esquina de la habitación, traspasándola con la mirada y convirtiéndome en un espectador del todo pasivo. La soledad me ataca en la multitud, aunque me bombardean con preguntas ambiguas. Entonces, mi carácter transparentemente opaco dificulta toda relación convencional y, muy a menudo, la barrera del autismo parece que se puede flanquear con facilidad. En ese momento, puedo deducir que yo ya no soy el que se refleja en el espejo.
[...]

Y muere el sueño en demasiadas noches donde las miradas van dirigidas al infinito y las ojeras son ya una razón de ser. Una sombra lasciva me aprieta contra mí. Mantenemos un espectacular pulso y ella siempre vence, a pesar de que muchas veces me dejo ganar y, por eso, no sé de quién es la victoria, ni contra quién he luchado. Después sólo tengo que esperar a que se repitan los ecos de la culpa, que me golpeen y que me maten un poco más.
[...]

Y ya no soy el que piensa, el que habla, el que mira, escucha y siente. Lo mío es la alienación. Cada día me encuentro externo al mundo o, incluso, a mí mismo. Y noto como una voz interior me narra cuánto está sucediendo, analizándolo todo para no llegar a ninguna conclusión.
[...]

Y sigo siendo intangible porque me inunda el vacío. Un vacío hueco, pero profundamente lleno, cuya contradicción me dirige a ninguna parte para continuar sin hacer nada.
[...]

9 de octubre de 2006

Trabajar


Llevo tiempo yendo al trabajo sólo para observar a los demás, evito la producción a la que me somete la empresa. Es cierto, olvido mis obligaciones contractuales cercanas a la esclavitud y me dedico a la observación etnográfica. Sólo me faltan un bloc de notas y unos bermudas de Coronel Tapioca y me sentiría como si estuviera analizando una tribu perdida en medio del Amazonas. Y es que algunos están aún por civilizar.

Por ejemplo, es curioso como puede llegar a crearse un cisma en una oficina sólo por un botón. El que enciende o apaga el aire acondicionado. Así, se puede ver dos compañeros sentados, uno con un polar y un jersey de lana virgen, bufanda y guantes, al lado de otro que lleva una camiseta imperio, bermudas y chanclas, mientras las gotas de sudor le resbalan por el sobaco. De esta característica hablaremos más tarde. O pingüinos o camellos, no hay término medio para ajustar el termómetro.

Uno de los espacios con más salsa es el office. Qué gran momento cuando entras a tomarte un café y las tres personas que hay dentro se callan al momento mientras empiezan a mirar el techo o el suelo con cara de ?Vete ya, cabronazo, que queremos seguir con nuestra conversación? O sacas un café de la máquina y al primer sorbo te das cuenta que se ha acabado la leche, el azúcar y queda sólo un grano de café. Con estos elementos, un vaso de orina sería más estimulante y agradable al gusto, que no lo que escupe la máquina. Y encima pagas cincuenta céntimos. Medio euro para un laxante nuclear, que sabe a culo y que ni puedes remover porque la cucharita, o lo que sea ese palo, sobresale exactamente medio milímetro del líquido atroz.

Otro tema que me llama la atención son los fumadores. Adictos a la nicotina despreciados y apartados a menudo por el resto. Es que molestan. Entonces separemos también a los hedorosos y halitósicos perennes. No me gusta que fumen en el lugar de trabajo, pero hay algunos que desconocen la existencia del jabón. Amigos, mojar con agua, aplicar jabón, frotar y aclarar. Ése es el proceso. Y en el otro caso, un cepillo y algo de pasta, o un simple caramelo solucionarán esos efluvios malignos que emanan de las bocas de algunos mal llamados compañeros, a su vez aliñadas muchas veces con dientes amarillentos y sarro abundante. Desaparezca la fetidez, hombre ya.

Prosigamos con el análisis. ¿Qué tramarán el grupo de fumadores? Cada diez minutos se levantan todos al unísono y recrean la atmósfera matinal de Londres en la época victoriana (el topicazo de la niebla espesa y misteriosa) en alguna de las esquinas de la empresa de turno. Fíjense en el techo, predomina un amarillo tenue, como el de las camisas que llevan los chinos, junto con el clásico pantalón negro. Y no me tilden de racista, esas camisas tendrían que estar prohibidas por ley, no es culpa mía que los chinos sean fans de ese color mortecino. Es un automatismo inevitable. Diez minutos. Cigarro. Café. Cigarro. Diez minutos, etcétera.

Después existen los L.A.M.O. Esto es, Ladrones Anónimos de Material de Oficina. El día que se reponen las existencias hay fiesta general. Todo se llena de post-its innecesarios, los lapiceros rebosan llenos de bolígrafos con el nombre de la empresa, hay grapas, folios y cuadernos por doquier y se podría nadar en un mar de tóners para la impresora. Pero te giras un momento y medio segundo después, el vacío más absoluto reina otra vez. Sólo quedan tapones de bolis Bic, algún clip manoseado y tienes que escribir en tu brazo clavándote las llaves porque no hay papel ni nada que saque tinta por la punta. La cuestión es que nadie nunca se ha llevado nada. Ya.

Al final, te das cuenta que te tomas veinte cafés al día, tienes ciento cincuenta bolígrafos escondidos en tu cajón, pones el aire acondicionado a menos veinte grados en enero, hueles a pescado podrido, tu aliento es sólido y fumas más que el hijo adoptivo de Sabina y Bob Marley. Y tampoco tiene nada de malo, ¿verdad?

5 de octubre de 2006

Cerveza... ¿demasiado fría?

Aquí tenéis la razón por la cual no hay que olvidarse de haber metido la cerveza del súper (caliente) en la nevera para que se enfríe rápido.




4 de octubre de 2006

La selección musical del día

Esto es tocar el bajo.

CLIFF'EM ALL!!

Una disyuntiva atroz


Duro es el sino de aquel que debe decidir ante dos caminos cruciales. El tormento azota la existencia vital y cada paso significa un remordimiento. ¿Qué sería mejor?, ¿ser perro o ser mosca? Seguro que muchos lo habéis pensado alguna vez, ¿cómo sería ponerse en la piel de un animal con unas costumbres en las antípodas de las nuestras? Dentro de mí no hay consenso. Vagaré errático hasta dar con el camino adecuado, el mosquil o el perruno.

Ser perro debe de ser horrible. Tener todo el cuerpo hasta la punta del pijo llena de pelos y encima limpiarse con la lengua. Lengua que, por cierto, no suele bajar de los siete metros de longitud y por la que emana sudor. ¿Cómo vas a lamer algo con tu sobaco? Puestos a pensar el contraataque es fulminante. ¿Y una mosca qué? Que estás todo el santo día buscando mierdas, y cuando encuentras una te regocijas volando en círculos sobre ella y posándote encima. Comemierdas, eso es lo que son las moscas. Con esa lengua de ventosa y un cuerpo no exento de vello, peor no se puede estar. Además, todo el mundo te quiere chafar, como recientemente apuntó mi pareja, no sin antes mirarme con cara de extrañeza: ¿ser mosca o perro? Tú estás chalao.

Visto de otra manera, ser perro te permite acentuar tu lado hedonista y salidorro hasta niveles insospechados. Las caricias constantes y la permisividad en tu conducta sexual desinhibida son un claro aliciente hacia esta forma de vida. ¿Quién no ha visto un perro intentando fornicar con lo que sea? Una perra, tu pierna, un peluche. Y encima, consentido. Si es que este perro no tiene remedio. Ahora bien, de las mierdas tampoco se libran. Si el perro tiene uno de los olfatos más potentes del mundo, ¿qué coño hacen oliendo mierdas y meados a dos milímetros de distancia? Y con el culo de los demás canes, ¿qué? Los humanos deberíamos hacer lo mismo, correr alborotados para saludarnos, y al encontrarnos, agacharnos y, con gran pose de solemnidad, olernos los respectivos ojetes. Verías tú qué recepciones en Moncloa.

Ahora bien, la mosca se lleva la palma de las virtudes. Volar. Y cuando se cansa, camina un rato por la pared. Se frota las patas delanteras y se acicala las alas y otra vez a ello. Vuelo irregular y zigzagueante, pero vuelo al fin y al cabo. Aunque por un corto espacio de tiempo, ya que dice la sabiduría popular que sólo viven veinticuatro horas o poco más. Un corto espacio de tiempo que la mosca suele dedicar a golpear ventanas, - amigas moscas el cristal existe-. Raro, al menos.

Vistos los factores, no me queda más remedio que optar por una fusión mosquiperra, o moscánica. Intentar adaptarme a los factores del modo perro que me gusten todo lo que pueda, mi pelo corporal aumenta, me gusta dormir y que me acaricien, pero optar por no oler culos ni limpiarme con la lengua. Y todo esto combinarlo con una insectez mosquil adaptada, ser mosca cojonera ad eternam, y sobretodo, volar.

La droga

Amigos, os aviso que la siguiente entrada de la Frikipedia puede provocar un ataque de estupefacción o de risa (o los dos al mismo tiempo).

La droga

2 de octubre de 2006

Reencarnarse


Uno de los temas tabú en este país es, sin duda, la muerte. No nos engañemos, la deseamos constantemente a nuestros enemigos, que siempre son acérrimos, pero nadie quiere hablar de la suya. Total, ¿para qué? Tarde o temprano a todo el mundo le llega su hora. A dormir eternamente, adiós hipoteca, adiós hemorroides, adiós jefe hideputa. Pero… ¿y si no es así? ¿y si existe la reencarnación?

Esa idea me fascina. El abanico de posibilidades a las que optaría sobrepasa la imaginación. Creo que si pudiera elegir adoptaría una forma de vida alternativa. Reencarnarme en mosca. Volar y molestar, dos placeres complementarios y excitantes por doquier. Pero al mismo tiempo pediría ser perro también. Permisividad sexual, comida gratis, hedonismo y algarabía anárquica sin horario establecido.

Sin embargo, cabría la posibilidad de no poder controlar mi nuevo sino. Ahí la picaresca de la rueda fortuna podría jugarme una mala pasada y reencarnarme en papel de váter. Toda mi vida limpiando lefa, culos y demás. Sería perforado por las excreciones de los orificios nasales y no sólo esos agujeros… Marrón y amarilla sería mi nueva bandera. Eso sí, émulo del papel de lija, concentraría todos mis esfuerzos en ser lo más rugoso posible. Viva la erosión y el escozor. Quizá el único momento alegre de mi vida de celulosa consistiría en ser lanzado hacia una portería mientras me desenrollo con brío y blancura.

Cierto es que no todo el mundo desea reencarnarse en otras personas, o en seres modélicos –léase rico, riquísimo, ultrarrico, etc…- sino que otros sátiros comentan sus ardientes deseos de volver a la vida en forma de bragas. ¡¡¡Qué insensatez no especificar!!! Posiblemente el destino, cruel y astuto, les conduciría hacia la residencia geriátrica más cercana, donde el descontrol de esfínter es deporte olímpico. ¿No querían ser bragas? Pues dos tallas.

Ahora bien, creo que la reencarnación no existe, por suerte. Si uno ya da el coñazo en vida, ¿por qué tiene que repetir? Al hoyo y punto. De todas maneras, siempre me asalta la duda de si yo soy yo, o antes era otra persona. O una mosca. O un rollo de papel de váter. Como mínimo, espero que fuese rugoso con saña, culos cabrones.

1 de octubre de 2006

Mis mesas

En el desordenadísimo archivo de imágenes de mi PC he encontrado dos fotos de mis mesas en la época de estudiante. Curioso desorden, porque parece ser que es perenne. Es imposible ordenarlas cronológicamente. Viva el caos.








La selección musical del día

Roisin Murphy... Sin palabras.

Cosas que dan rabia


- Que alguien se coma el último trozo de tu bocata.
- Perder algo que, en realidad, lo tienes delante de las narices.
- Que un guiri se pueda pasear por España hablando inglés o alemán y tú hablando castellano en su país no seas más que un paria.
- Las pipas podridas. ¡Maldito polvillo!
- Sentarse en el sofá después de un día duro y que suene el teléfono.
- Que al cogerlo se hayan equivocado o, peor aún, que hayan colgado.
- Que al sentarte tengas ganas de mear.
- Las motos que pasan por debajo de casa justo en el momento álgido del diálogo de la película o serie de turno.
- Tener que llamarse al móvil a uno mismo desde el fijo por no saber donde está.
- Que los locutores de radiofórmula no se callen hasta la mitad de la canción.
- Las ventanas emergentes no deseades. Cuando hacen pop…
- Los estúpidos anuncios que emiten las salas de cine. Pongan tráilers, por favor.


Completad la lista con vuestras “rabieces”.