26 de octubre de 2008

Paréntesis efímero

Ni para limpiarse el culo


Les informo que hace un mes me echaron del trabajo. Como visionarios que son, les animo a que me propongan nuevos retos y horizontes laborales que explorar. Espero ansioso, currículum en mano.

También informo que me quedé sin entradas para AC/DC. Si alguno de ustedes tuviere, hijodeputa.

Y por último, y para que no parezca una rueda de prensa, les comento que estaré diez días desaparecido por la Gran Manzana gastando mis escasos éuroles cambiados en piedrólares.

Abrazos y collejas a todos.


Cuando vuelva, su Santidad tendrá listo su discurso de despedida.

7 de octubre de 2008

De cómo pasé a ser el líder religioso mundial

Días ha, aparecí de nuevo en el mundo real gracias al Maligno, sí, mi amigo José Antonio. Y, además, recolocado como líder espiritual mundial y dotado de cuerpo humano. Mi cabeza reposaba encima de un talle robusto, de pecho ancho y brazos fuertes (no eran las palancas de la muerte, pero algo era algo) y mi cerebro avanzado por fin tenía extremidades a las que dirigir. Una pena que Lucifer se equivocara y me situara en un cuerpo afroamericano, vamos, más negro que Samuel Eto’o. Mi tez blanca contrastaba a modo expresionista con el cuerpo de Kunta, pero no me quejaba gracias a según que atributos que rozaban la elefantiasis y alegraban mi harén de ninfas virginales cuyos encantos aumentaban la mística de mi figura.

Mi primera decisión fue anunciarme a los cuatro vientos:

Soy el Papa Joan XXIV y mi doctrina ha de caer encima de todo aquel impío que ose mirarme a los ojos. Vuelve el siglo XIII, lo gótico, lo oscuro y el arrepentimiento. Habéis nacido para sufrir, para ser castigados ante mis ojos, testigos inexorables de todo lo que acaece en este valle de azufre, lágrimas y ganchitos que es la Tierra.”

Tal presentación redujo el espectro religioso mundial al monoteísmo absoluto. Aparecieron Joaneros en Sudamérica, Joanistas en Oriente Medio, Joánicos en Europa y Juanetes en los pies, todos seguidores míos que, humildemente y tras ordenárselo, donaron sus mujeres –para alejarles de la tentación-, su dinero –para que no se ensuciaran con el vil papel- y drogas –para que las pusiera a buen recaudo- a mi causa. Budismo, Islamismo, Catolicismo y demás pamplinas pasaron a ser reductos similares a los amish, apartados de la sociedad y ridiculizados por el cine.

Redacté un Nuevo Nuevo Testamento (aka NeNeTe) y los Diez Mandamientos pasaron a ser dos:

- Adorarás, pagarás dinero, te someterás, obedecerás y no replicarás a tu líder espiritual, el Papa Joan XXIV, por encima de todas las cosas.

- Para cualquier duda, consultaràs el Primer Mandamiento.

Toda la población -aka ratas de mierda- fue adoctrinada con el NeNeTe día y noche. Lo enseñaban en las escuelas, lo publicaban los periódicos y los graffitis lo estampaban en las paredes. No se oía otra cosa en la radio o en la televisión y por si fuera poco, la escarificación de sus siglas en las frentes de todos se convirtió en obligatoria, así no se olvidarían jamás, pensé. NeNeTe en la cabeza de forma permanente, qué gran idea.

Mandé construir un templo que personificara mi figura, pero no había materiales suficientemente nobles ni extensión tan inmensa como para rendir homenaje al nuevo dios, así que demolieron Estados Unidos y allí se puso la primera piedra de lo que sería el Palacio Joan, construido con joanita y excelsio, dos materiales aún por descubrir pero que quizá colmarían mis expectativas. Advertí que ejecutaría mineros e ingenieros hasta que se descubrieran tales materiales. La población nortamericana sobrante, es decir, toda, fue invitada amablemente, prendiendo sus ropas con antorchas ardientes y decapitando a todo aquel que no corriera despavorido, a establecerse en Palestina, cosas del destino.

Anunciado el nuevo orden mundial, sólo quedaba a expensas de ejercer mi yugo espiritual, aplicando liturgias psicotrópicas y sumiendo a la humanidad en un caos que me reportara pingües beneficios. Sólo llevaba un día de Joan XXIV y ya vestía con túnica dorada, cinta Umbro en la cabeza, tacón alto, calcetín blanco y me expresaba en arameo, lengua que desconocía pero me daba cierto aire de trascendencia. De esta manera, mis visionarias ideas de prohibir el calzado, obligar a conducir marcha atrás, rezar el NeNeTe desnudos al amanecer o establecer el piedra-papel-tijera como nueva moneda mundial cayeron en saco roto. Ni me entendían, ni veían que eso fuera competencia de un líder espiritual.

Agotado, resolví quitarme la vida en señal de hastío, como última queja. Cogí a mi doble para situaciones de riesgo, le rebané el cuello con gran simbolismo y abandoné el báculo de hachís marroquí, símbolo de mi efímera gloria religiosa.