4 de julio de 2006

Hacer la cama


De pequeño se las apañaba para poder aparentar que cumplía con lo que le mandaban. Cualquier recado u orden recibida se convertía ipso facto en un conato de realización, en algo incompleto. Al hacer la cama sólo tiraba del edredón o manta, tapando las arrugas de las sábanas inferiores. Barrer se convertía en trasladar la mugre debajo de la cama, o de la estantería. Limpiar los platos podía perfectamente pasar por un baño de agua.

Sus quehaceres se convirtieron en algo superficial, transitorio, sólo para salir del paso. Y así sucesivamente hasta medrar hasta un puesto público, que suelen premiar toda una trayectoria de no hacer nada, porque hacer algo a medias, al fin y al cabo, es no hacerlo. Se convirtió en el alcalde de Barcelona. Caricatura de sí mismo, ha conseguido perpetuar ese mediohacer característico de toda su existencia proyectándolo sobre la ciudad que supuestamente dirige.

Al mismo tiempo que sólo se cubre la cama con el edredón, partes del Eixample aparecen limpias y llenas de vida y otras, como Ciutat Vella, arrugadas y sucias, como la sábana de abajo. Existe el Fórum, también libre de polvo, latas y papeles, que aterrizan en el Gótico, sin que nadie se digne a quitarlo.

Está claro que es imposible que reluzca toda la ciudad, pero no se puede vender una imagen falsa, para eso tenemos la cama y a nuestro padres, que nos simulan una actitud crédula. Allí sólo dormimos nosotros, la arruga no molesta a nadie. No me gusta que el barrio esté arrugado, ni barrer debajo de otra parte, obviando necesidades y partiendo de un punto de vista parcial, no global.

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