10 de julio de 2006

Diario de verano (Fin)

Último día de vacaciones. A uno se le pone la piel de gallina sólo de pensar en recoger, limpiar, maleta, coche, atasco, ciudad, trabajo. Dios. Te levantas de tu sitio estratégico, de tu arenita, de tu playa y justo cuando pasas cerquita de esa teen que no has dejado de analizar desde el día que llegó a la playa con sus imberbes amigos, suena automáticamente en tu cabecita el now and then when I see her face, she takes me away to that special place, pero no te lleva a ningún special place, sino que te vas a tu casa sólo y de mal humor. Y encima, nada de Guns’n’Roses, King Africa a todo volumen o la barbacoa, la barbecue. Ay.

Adiós teen. Adiós cervecitas –lagrimilla-. Adiós playita. Cabizbajo puedes hacer recuento de los frutos veraniegos: has mudado la piel siete veces, la misma medusa te ha dado dos mordiscos en un pie, sigues con sordera por culpa del agua y de los pseudoAlcántara -los Invasores de las Ultratoallas-, y te has gastado la mitad de los ahorros en juergas estivales y la otra mitad en analgésicos tipo Alka-Seltzer, un cóctel bomba para resacas dominicales.

Si es que el acontecimiento más importante fue cuando unos niños atropellaron con sus bicis a un guiri de 150 kilos y después nadie lo podía levantar por culpa de los dos litros de crema con los que se había untado hasta las uñas. Hasta en eso está mal repartido el mundo. ¿No sería más emocionante que todo ocurriera en agosto? Uno iría por la calle con un periódico de 500 páginas y se podría tragar un telediario de 3 horitas, sin contar los deportes. Este año Mundial y Olimpiadas la misma semana. Todo comprimido.

Entonces sólo se trabajaría en agosto, por lo que el resto del año se dedicaría al asueto. Probablemente, el tiempo cambiaría sus costumbres y este mes acapararía el frío invierno y el otoño más gris, para dejar 5 meses y medio de verano y otros tantos de primavera. Uno estaría veinte horas diarias en el tajo, pero once meses en plan ocioso tientan a cualquiera. Volverían las cervecitas en esa sombra del chiringuito, también las picadas y King Africa, pero también esa teen, la teen.

Pues no. Hay que dejarse los ojos y la espalda delante del ordenador durante once meses, el invierno no se acaba nunca y, encima, hace un frío de cojones, las jovencitas ni te miran y en agosto sigue sin pasar nada. Quizá es mejor que siga así. Pero bueno, soñar es gratis.

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