28 de noviembre de 2006

Saturno devorando a su hijo


Saturno se levantó ese día con un hambre atroz. “Madre mía, qué agujero tengo en el estómago”, pensaba. Fue a su cocina y se preparó un bocata de chóped de metro y medio. Ése es el cuadro original, pero Goya estaba graciosillo y pensó: “Le voy a dar el cambiazo en el lienzo. Esto está quedando de muerte”. Un guasón el tío.

Si es que hay momentos en que el hambre es tan grande que te remueve las tripas. Serías capaz de comerte a una persona. Pones cara de loco, te quedas en bolas y, en una habitación a oscuras, le arrancas la cabeza de un mordisco al primero que te parezca apetitoso. En este caso, tu hijo. Con un poco de suerte te verá un pintor famoso y en cosa de días estarás expuesto en el Prado o en la National Gallery, un sitio de estos donde está repleto de estudiantes que han ido obligados y turistas poniendo cara de “Pero si mi sobrino de cinco años dibuja mejor”.

Ya sabéis, alejaos de la multitud –y de vuestros hijos- cuando tengáis hambre.

27 de noviembre de 2006

El sueño de la razón produce monstruos





El sueño de la razón produce monstruos en forma de jefe gritándote por haber llegado 20 minutos tarde al trabajo. Goya debía de ser un tardón, si no, ¿a cuento de qué este cuadro? Además, ¿dormía en una cueva? Lo digo porque hay murciélagos suficientes para las cinco próximas entregas de Drácula (o el director’s cut, Brácula, ¡ese Chiquito!).

Lo que está claro es que estaba estudiando y se quedó frito encima del libro. Es inevitable. Las ecuaciones… Zzzzzz… Buf… El tedio hecho asignatura. Aunque quien dice matemáticas, dice filosofía, historia, etc…

Hay otras razones para que Goya cayera abatido. Pensad en las burlas que debió de soportar con ese apellido tan dado a la rima. Le compadezco: era un hombre atormentado, estudiando temarios aburridísimos, llegando tarde al trabajo y señalado constantemente por su rima genital. A pesar de todo, un genio. Somnoliento, pero un genio.

17 de noviembre de 2006

ArmA

Ya llega!!!!!



Un blog

Me he tirado la tarde entera navegando por diferentes blogs, ¡¡esto es eterno!! Al llegar a uno, el blogroll te ofrece mil posibilidades más, tengo los ojos rojos...
Os recomiendo los dibujos de Lola Lorente, tienen un cierto aire a los monigotes de Pesadilla antes de Navidad.

Sitemeter y google

Cuando creé este blog, no sabía gran cosa de la blogosfera. Tipos de plantillas, blogroll, etc... Me sonaba a chino. Estuve buscando por los demás blogs, por la ayuda de blogger y una de las cosas que me hizo gracia: el contador de visitas. Lo puse por cierta vanidad (como todos) y también porqué me permitía ver de dónde vienen las visitas. A veces alguien me visita desde El Gabinete del Dr. Strangelove, o desde el blog de Miriam, Anunciado en televisión. Pues hoy lo estaba mirando y he alucinado viendo que mucha gente llega a este blog a través de búsquedas surrealistas en google. Mirad:

El arte de mentir
La incredulidad
Colombofobia
El cigarrito notas en flauta
Pedos musicales
Entonces un pan valía dos pesetas
Colchones hinchables por teletienda
Orina de camellos
Tipos de pedos con muestras de sonidos
Final feliz lazarillo de tormes
Silla plegable director de cine
Todo dibujo
Susurro cielo fuego infierno cama
Congelación de la cerveza

Los tres primeros los puedo llegar a entender, pero ¿quién puñetas busca "orina de camellos" o "pedos musicales"? La gente está muy mal.

16 de noviembre de 2006

Agua (Cap. 3 y último)

Al volver en sí, tenía un vaso de agua en las manos y le estaba dando el pésame a los familiares. Procuré comportarme lo más correctamente posible, tratando de ocultar mi turbación (y mi erección).

- Lo siento mucho.
- Gracias, Julia era una gran chica.

Es curioso. Cuando se muere alguien, a todo el mundo le da por hablar bien del finado, incluso a la gente que no lo conocía de nada. En el caso del óbito de un famoso o un artista, se le conceden multitud de premios a título póstumo. Debe ser que hasta que uno no se muere no se le pueden reconocer ninguno de sus méritos.
Al pasar por delante del féretro casi me desmayo. Julia, la chica que me había ofrecido el vaso de agua, yacía inerte en esa caja. Mi sangre no sabía si colocarse en mi sexo o en el cerebro. No me parecía normal asistir al entierro de alguien con quien había hablado (e intercambiado zumos de cuerpo) cinco minutos antes. La cuestión es que no podía permanecer ni un minuto más allí (estas situaciones me matan). Volvía a estar pálido, como un cadáver.
Cogí el metro y, para desconectar un poco de todo y amenizar la vuelta a casa, compré un periódico. Todas las páginas estaban en blanco y ni siquiera podía rellenar un mísero crucigrama. Pero en la última hoja encontré la sección destinada a las necrológicas completamente impresa. Lo peor de todo es que esas esquelas anunciaban mi propia muerte.
Esa hoja de papel era mi lápida. Ese vagón, mi ataúd. Observé como todos lloraban mi supuesta muerte, menos Julia, que sostenía boquiabierta y mostrando una palidez extrema, un vaso de agua.

15 de noviembre de 2006

Agua (Cap. 2)

Entré en un vagón que estaba vacío. Me encontraba solo, vestido con un traje de un difunto, metido dentro de una caja metálica y bajo tierra. Demasiado fúnebre. Traté de imaginarme otras relaciones menos escabrosas, pero entonces se me ocurrían ideas pornográficas que no hacían más que empeorar la situación. ¿No será el metro un pene metáforico y los pasajeros espermatozoides ignorantes de su condición fecundadora?

La constante analogía muerte-sexo en la que me hallaba me dejó un poco aturdido. Al llegar al tanatorio, una chica de cara pálida, gestos inactivos y mirada mortecina, se dio cuenta de mi estado y me ofreció un vaso de agua. Su manera de vestir denotaba claramente una oscura devoción que me era familiar. Estaba seguro de que esa falda y esa rebeca pertenecían a algún familiar suyo ya fallecido. Su apagada voz me envolvió rápidamente.

- Está usted pálido. ¿Quiere un vaso de agua?

- Sí, por favor. Es que las mezclas entre erecciones y cadáveres me dan náuseas.

En lugar de extrañarse, abofetearme o llamar a un manicomio, esa chica de aspecto volátil y etéreo me dedicó una especie de sonrisa que combinaba complicidad y erotismo, aunque tenía algo de siniestra. Julia, así me dijo que se llamaba, desprendía un aroma muy extraño. Era difícil distinguir si pertenecía a la dimensión de los muertos o los vivos. Pero me gustaba y presentía que ella me iba a cambiar el día.

La acompañé a un parque que rodeaba esa ciudad mortuoria y, sin apenas darme cuenta, me abrazó y nos fundimos en un único cuerpo durante un breve instante que, paradójicamente, duró una eternidad.

Agua (Cap. 1)


Melancolía y poder eran las sensaciones que me golpeaban. Melancolía por la muerte, por su muerte. Poder por saber que mi vida permanecía intacta aunque, de hecho, más tarde se convertiría en conocimiento de que algún día me pasaría lo mismo.

¿Cómo hay que ir vestido a un entierro? Tengo la extraña sensación de que en estos acontecimientos sociales que solemos considerar rutinarios siempre me visto o actúo de alguna forma inadecuada y acabo convirtiéndome en el centro de interés. Debe ser algun tipo de envidia o devoción hacia los muertos que he escondido por algún lugar de mi cerebro. ¡Vaya! Siempre llego tarde.

Por suerte desenterré un traje oscuro de mi abuelo que más o menos se acoplaba a mis accidentes corporales. Al vérmelo puesto observé que quizá era un poco macabro, a pesar de que nadie lo supiera, acudir a un entierro con el traje de un muerto. De hecho, esa idea me empezaba a gustar. Podría establecer una relación de complicidad que sólo conoceríamos el cadáver y yo. Ya podía notar la excitación invadiendo mi cuerpo, al mismo tiempo que la náusea. Las prisas desvanecieron esas imágenes, por lo que me apresuré a coger el metro.

6 de noviembre de 2006

Barraques




























Advertencia: De ahora en adelante este blog puede que no se actualice nunca más o que si aparece algún post nuevo sea en una escritura similar a la cuneiforme y con una estructura en forma de hipérbaton constante. Estos serán los primeros síntomas de mis 4 días en Girona, en las Fires de Sant Narcís. Nunca el etilismo había llegado a cotas tan altas. En breve tendrán un documento gráfico explicativo. Voy a transplantarme un par de órganos. Si me ven por la calle, les agradeceré un par de palmaditas en la espalda. No muy fuertes, por favor. Sin más que añadir, porque soy incapaz de teclear, les dejo con la selección musical del día (sólo este sonido podrá revivirme).