21 de septiembre de 2006

El cansancio


Fulanito es un trabajador incansable. ¿No se cansan de oír esta frase? Estuvo al pie del cañón, dando el máximo, se quedó toda la noche trabajando en el proyecto, adora a la empresa… Madre mía del amor hermoso y Cristo y todos los santos y la leche. ¿Pero este quién es? ¿Qué se ha creído? O es un trepa o no sabe nada de la vida. O sabe demasiado. Porqué su actitud no va hacer nada más que provocarnos problemas. Sobre todo en España.

Cuando sus informes contengan más referencias que los tuyos, y mejor documentadas, cuando el jefe le salude por su nombre y mande a los de seguridad a vigilarte, cuando te deje su tarea para que la termines tú y se lleve todos los méritos, cuando empieces a pensar, incluso tú, que es un trabajador nato y tú un vago atroz incapaz de sacar un café de la máquina sin ayuda. Entonces aquí será cuando tendrás que tomar medidas. Has llegado a un nivel de escaqueísmo tan grande que cualquier ápice de cambio en tu situación debe ser aplacado sin dudar.

Todos sus informes van a llegar sospechosamente manchados de café, arrugados o con manuscritos –por ejemplo, caricaturas del jefe o de su mujer-. Todas las culpas y problemas de todos los departamentos, incluído el informático, van a llegar a su teléfono. En el historial de su navegador sólo aparecerán páginas de “barely legal” –como os pasa a muchos de los que leéis estas líneas-. Correrán mil rumores sobre su pasado turbio en la cárcel, politoxicómano y con tendencia a recogedor oficial de pastillas de jabón. Y no nos olvidemos de las chinchetas en la silla o el laxante en el café. Clásicos que no caducan.

Llegados a este punto, su cansancio físico y emocional empezará a hacer mella en su rendimiento, por lo que eso de “Fulanito es un trabajador incansable” se convertirá en “Fulanito la ha vuelto a liar” o “¿Has visto a Fulanito? Qué mal está, ¿verdad?”. Y tú recuperarás tu estatus anterior: volverás a ser la persona anónima y monótona de siempre. Ése es el espacio vital que has defendido ante Fulanito, el trabajador incansable que lo amenazaba. Si es que nos conformamos con poco, pero que no nos lo toquen. No queremos cansarnos.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Unos ligeros cambios para que todo siga igual. Pero eso requiere un esfuerzo extra que provoca un eventual abandono de la rutina que es tremendamente estimulante, a la par que arriesgado.

Nunca me encontré en una situación similar aunque creo que optaría directamente por el mazazo en la cabeza del susodicho. Para que quede claro.

Un saludo.

Joan dijo...

Totalmente de acuerdo. A veces, el mazazo es la única opción de parar a estos tipejos.

Al final no sé si se refleja más el miedo al cambio (la rutina da seguridad) o un elogio a los vagos...

Anónimo dijo...

Querido Joan,fulanito somos todos hasta que te dan con la puerta en las narices.

Joan dijo...

Estimado anónimo,

te pueden dar con la puerta en las narices sin ser como Fulanito. Esforzarse en el trabajo no significa lamer culos, ni tirarse noches en la oficina. O al menos eso dice mi contrato. Todo lo demás es accesorio. No hay que confundir la disponibilidad y el buen hacer con el servilismo y la alienación.

albert_iko dijo...

A mi eso no me ha pasado nunca. A ver si soy un Fulanito cualquiera...
Espero que no, que uno trabaja. Pero sin pasarse. Que tampoco voy a heredar la empresa...

Joan dijo...

El que la hereda suele ser Fulanito.