15 de abril de 2007

Un euro




Caminando por la calle me encuentro un euro en el suelo, me agacho a recogerlo y se me escapa un pedo sonoro que asusta a un perro embutido en un jersei de cuadros escoceses. La señora que lo pasea, que es anciana y viste bata, zapatillas y pijama rosa, da un sobresalto y suelta la correa. El perro corre despavorido huyendo del metano expulsado y, al mismo tiempo, asustado por el brinco de su ama, cruza la calle en rojo.

Un motorista pelocenicero, chandalero, pendenciero y navajero intenta esquivar el cánido con una maniobra evasiva consistente en un giro acrobático que acaba con sus dientes desparramados por el asfalto. Maldice como un abuelo desdentado (o sea, con los labios hacia dentro) y un transeúnte responsable llama al 112 para pedir una ambulancia y un dentista, claro. La abuela corre, es un decir, detrás del perro que ya le lleva varias manzanas de ventaja.

Ajeno al caos, recojo el euro, que resulta ser una moneda asiática sin valor alguno, y sigo caminando mientras expelo otras ventosidades más discretas pero placenteras y relajantes como la primera. La novia del motorista espera desesperada en el punto de encuentro habitual de magreo rápido, concretamente cuatro manzanas más allá de mi experiencia nuclear. Pulsa un par de teclas en un móvil tuneado y consigue comunicarse con el motero damnificado. Cuando la chica aspaventea sus brazos en señal de asombro, susto y nerviosismo, de su bolsillo caen al suelo varias monedas. Pega un grito ¡TAXI! sube al coche y se va en dirección a su amado, ahora tullido.

Al pasar junto a la calderilla, distingo el destello monedil y, justo cuando me agacho, noto cierto peristaltismo recurrente. Es en ese momento previo al nuevo escape de gas, cuando la abuelita en bata, zapatillas y pijama rosa aparece jadeante y sudorosa y se encuentra al perro huido. Lo acoge entre sus brazos viejunos con un sonoro y ridículo ¡CUQUI! y osa pasar otra vez cerca de mi lado trasero en inminente ignición.

Algunas conclusiones:

- El transeúnte responsable no pinta nada.
- Los pedos sonoros son peligrosos. Amigos, usad siempre silenciador.
- Quien niegue pederse al ejercer de peatón, miente.
- Las ancianas en pijama pasean perros indefectiblemente.

10 comentarios:

e-catarsis dijo...

XDDDDD

...esta vez sí...


¡¡¡¡POR FIN!!!!


(este tipo de "cositas" son las que me tentaron...PADRINO)


:p

Joan dijo...

Esta tentación es buena, entonces.

e-catarsis dijo...

Hombre pues sí...

Anónimo dijo...

¡Juer! ¿Un pedo sonoro tiene tanto poder? :P

Anónimo dijo...

¿Quien niegue pederse al ejercer de peatón, miente?
jajajaja. Yo me pierdo miles de veces!

Joan dijo...

Hombre, ¡¡miriam!! Qué alegría verte por aquí y que, además, coincidamos en el andar gaseoso. Ahora mismo voy a echar un vistazo a tus fotos.

Saludos

Currymaedchen dijo...

el efecto mariposa.....

Joan dijo...

CURRY: O el de las legumbres...

Lúzbel Guerrero dijo...

Gracias Joan, me he reído lo mío, y seguro lo de los que no saben por dónde se muestra. O quizás lo saben y por eso dan un amplio rodeo.

Lúzbel Guerrero dijo...

Y ya que estamos: ¡¡PLIÑ!!