¿Vamos a estirar las piernas?, dijo Dalí, y sus mascotas gigantes se lo tomaron al pie de la letra. Ya se sabe, los animales surrealistas te sorprenden por doquier. Estiran las piernas 25 metros y se quedan tan panchos. Quizá no caminan con las patas, es que se han dejado las pezuñas largas, eso sí, con una capa de esmalte para que soporten las 5 o 6 toneladas de peso de los elefantes domésticos del pintor de Figueres. Es un tema sacarlos a pasear, porque hay que llevarlos hasta el desierto de San Antonio (el streaker con la cruz) para no asolar los parques. Y es que las deposiciones de toda la prole animal del cuadro podrían enterrar árboles, toboganes, niños y abuelos incluidos.
Precisamente San Antonio intenta protegerse de las tentaciones con una cruz, según dicen los analistas de arte, pero yo creo que Dalí pintó un pseudookupa-moloporquesoyasocial protestando por el desalojo de su desierto (es que no hay ni una montaña para cobijarse) y, al creer que llegaban los antidisturbios, esgrimió sus dos flautas en forma de cruz como diciendo: ¡Como os acerquéis me pongo a tocar el Bolero de Ravel! Ahora se entiende la cara de susto del caballo y la barba desarreglada y el tono negruzco de la piel de San Antonio. Las mujeres desnudas no sorprenden conociendo de antemano la mente calenturienta de Dalí. Ya sabéis, amigos, recoged las deposiciones de vuestras mascotas, sean hámsters o rinocerontes.
2 comentarios:
Le ha quedado redondo.
Te voy a contratar como crítico de arte. Genial!!
Por cierto te deseo una Feliz Navidad, que el alcohol, unas buenas viandas y mucho sexo no te falten.
Un abrazo
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