11 de diciembre de 2007

Las tres Pes: placer, pipas y palomitas

Hay momentos vitales magníficos cuyo principal leitmotiv es la comida. Muchos ágapes son comparables al sexo y todos sabemos que al comer chocolate, segregamos ciertas dosis de endorfinas que producen en nuestro cuerpo lo que todos buscamos: placer. Comer, segregar, placer. Ese es el orden. Al fin y al cabo ya lo veis, vivimos bajo el yugo de la química y el sistema endocrino. Es como una especie de esclavitud voluntaria, incentivada en cierto modo. Pero, ¿qué ocurre cuando las expectativas se truncan? ¿Quién osa entorpecer nuestro camino hedonista? ¿Acaso las parcas impiden aleatoriamente el goce personal durante el consumo?

Mis amigos en plena discusión

Basta fijarse en las pipas. ¿Quién no ha dicho alguna vez “es empezar y no parar”? ¿Qué tiene ese fruto tan pequeño para engancharnos cual droga dura? He llegado a discutir con mis amigos (quien dice amigos dice atajo de ratas almizcleras) sobre la posibilidad de que las tabacaleras estén detrás de la composición de las pipas. La cuestión es que adicción y placer suelen ir también de la mano. Somos adictos pero no tontos y, si comemos 700 pipas/minuto es porqué nos gustan.

La velocidad de consumo aumenta exponencialmente. Primero poco a poco y al poco tiempo ya deformas el espacio-tiempo. Es entonces cuando, en el momento que estás sumido en una vorágine de deglución, inmerso en un estado de coma piposo, mordiendo y quebrando la corteza con tus incisivos con esa técnica que te ha costado años, sudor y lágrimas adquirir, ahí, justo en ese momento es cuando has dado con la pipa podrida. Te das cuenta porqué al crujir la corteza se desprende un polvillo, señal inequívoca de la convulsión que te provocará en segundos. Amigos, ese es uno de los peores sabores que se pueden probar. Muerdes y escupes -al mismo tiempo que blasfemas- como si expulsaras al mismísimo Satanás. Encima, es perenne; bebed agua, cerveza o comed más pipas. Todo en vano. Ese regusto amargo permanece pegado a tus muelas borrando cualquier rastro de placer que pudieras haber conseguido. Lo que las pipas te dan, las pipas te lo quitan.



La pipa podrida acecha


Las palomitas son otro caso digno de estudio. Quitando el hecho de que valen tanto o más que la entrada de cine (he visto gente pedir créditos para el cubo grande), son otra fuente de adicción a gran escala con el agravante de nocturnidad (u oscuridad, al menos). No han empezado los tráilers y ya nos hemos zampado un cuarto o más. Muchas veces recapacito y me pongo en plan introspectivo “come de una en una, gañanaco, y cuando empiece la peli aún te quedarán”. Inútil, como siempre. Coges una, coges otra y a la tercera vez, ya tienes la palma de la mano rebosante de palomitas. Te las introduces a presión en la boca ingiriendo sólo un 10%, ya que el resto se reparte entre el suelo, tu regazo y la zona muerta, es decir, la gente que tienes al lado, sean acompañantes o no. Lo bueno es que ellos engullen de la misma forma y el entierro palomitil es recíproco. Si no se comen así, no se comen de ninguna manera.




¿Palomitas o cartón?


Por cierto, aprovecho para reclamar la abolición del recipiente pequeño a la voz de ya. Si optamos por éste, cuando suena la musiquita del Movierecord ya no queda nada más que sal en el fondo y por eso nos perdemos todo el proceso troglodita antes relatado. ¡Cubos de cinco quilos ya! Pero que sean de palomitas de verdad porqué lo peor es que en muchos sitios nos estafan y nos dan cartón pintado de blanco en lugar de palomitas. ¿Existe algún cine donde las vendan al menos calientes? Sea como sea, engullimos sin parar. Si durante los tráilers y los treinta primeros segundos de la proyección nos hemos comido el equivalente de nuestro peso en palomitas, la consecuencia gástrica está asegurada. Las próximas horas serán terribles para nuestro intestino, sin embargo, como buenos humanos que somos, la próxima vez que vayamos al cine, caeremos otra vez en la tentación. ¿O no?

13 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Genio y figura, compa Joan, genio y figura. Cómo me he despelotado con tus tres pes (que ya era hora de que hubiera una pe asociada a placer que no fuera la Cruz, qué cruz...); aunque, eso sí, sinceridad obliga, te he de confesar que no soy ni pipero ni palomitero (y eso que el cine sí que me gusta, y mucho; y la comida también, casi más aún). Pero son otras las "fuerzas" (más bien de la rama azucarada) que me ponen a mí a cavilar...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

ufff... veo que hoy toca tema serio.

Primero, las palomitas no son de cartón! son en un 85% plastoformo el resto, es sal. Y olvidas un detalle. la cruel palomita con el grano casi entero en su interior, que insistimos en intentar comernos cuando ya se nos estan acabando las buenas
¿Por que no aprendemos?!?!

Anónimo dijo...

Presiento que va a traer más cola que el perico en Son Banya.
¿Cuántos trillones de pipas nos habremos comido, amigo Joan? Supongo que casi tantas como cáscaras tocan recoger al anfitrión del emplazamiento del roer. Porque hay que ver lo que cuesta (a unos más que otros) insertarlas en un recipiente.. Tambien está el fenómeno (un vago, en definitiva) capaz de crear una pirámide de más de un metro de altura sobre un cenicero de 5 cms de diámetro. Joer con las pipas, que bestialidad!!!

Cómo bien sabes mi recuerdo palomitil más inmediato se traslada, hará unos diez días, al descuido de un "conocido" nuestro que dejó una bolsa de palomitas durante un tiempo superior al razonable y suficiente para que salieran todas, y digo todas, carbonizadas. Os juro que todavía huele..

Debo decirte que me ha sorprendido no ver pes como la de Poker o Pro en tu entrada. Supongo que todo se andará..

Maravillosa entrada, Joan.

Joan dijo...

Compa Manuel, tengo un amigo exactamente igual que tú, huidizo de lo salado y que se da a lo dulce por doquier. Y por cierto, la Pe que mentas sí que es un poco pesadilla...

Denke, he tenido que buscar lo de plastoformo, jodó, con lo que fácil que es decir porexpan. Las que guardan el grano en su interior son una de mis preferidas, pero han de tener una dureza no superior al acero, que las puedas morder y con un poco de esfuerzo comértelas. Las que tienes que apretar las mandíbulas cual tenazas, son una mierda.

Makkaul, cada vez que hay Pro, futbol televisado o whatever, acabamos con el suelo repleto de cáscaras y los morros a lo Kunta, pero que nos quiten lo bailao.

Raimon dijo...

Un placer leerte de nuevo amigo Joan. Menos mal de tu blog porque sino haría un buen rato que estaría con la letra "ñ" marcada en mi frente.

Cuando yo era joven y malvivía en una residencia de estudiantes que seguramente lograrás recordar si pones todo tu empeño en borrar la nebulosa que empaña su memoria, las tres pés eran "pelis, pipas y porros".

Aprecio con cierta satisfacción que has cambiado las pelis por el placer. Está claro, tal como está el cine hoy en día, mejor un "vine aqui..." o una guarrería española que una peli.

Observo también que has sustituido los porros por las palomitas. En el fondo, ¿qué mas da? Un vicio por otro vicio, nada se ha perdido. Y total el placer es totalmente psicológico (vamos, que me lo creo).

Lo que está claro es que hay cosas que nunca pasan de moda. Y eso son las pipas. ¡Qué manía en seguir comiendo aun cuando te cortan los labios, te secan la boca y te provocan la muerte por asfixia al pegarse la lengua al paladar. Algo tendrán. No se me había ocurrido la complicidad de las tabacaleras, pero me parece razonable. Lo investigaré y te diré algo.

"Algo".

Me parto solo.

Hala, un saludo, que ya me he enrollado bastante. Esto de tener mi blog abandonado influye a la hora de escribir en blogs ajenos.

Corpi dijo...

Pipas, palomitas, bah, paparruchas. Yo estoy viciado con el sexo. A mí, que me traigan tías, muchas tías.

Anónimo dijo...

Grande y totalmente cierto querida ratas almizcleras.

See you soon!

Josep dijo...

Mira si me gustan las palomitas que me las hago yo mismo, con un paratoelectrico que empieza a girar, girar, y va expulsando palomitas por doquier.

En el cine, prefiero que todo el mundo se las coma antes del movierecord, porque es un coñazo oir masticar palomitas a media película.

Y en contra de lo que dices, las palomitas van muy bien cuando uno está algo "encallado de intestinos": mejor que una purga, vaya: limpieza total. Supongo que cada quien será diferente...

Saludos.

Mar dijo...

Vaya mono de "p"'s que me acaba de entrar y eso que acabo de desayunar (jijiji). Hace poco descubrí las palomitas dulces a las que también me he enganchado, y estoy con josep en que mucho mejor que se las coman pronto (las palomitas) que sino son un rollazo.
Más besoss

goloviarte dijo...

magnifico blog y útil,te invito a que participes en mi modesto blog de votaciones de otros blog,podrás añadir el tuyo y te conocerán un poco mas
http://aquiestatublog.blogspot.com
visito muchos blog seleccionando a los mejores,uso los comentarios porque es mas rápido,pero si piensas que es spam,te pido perdón y que aceptes mis disculpas

Marchelo dijo...

Cuanta verdad Joan, me he sentido tristemente identificado, sobretodo con lo del regusto amargo de la pipa traicionera jeje muy bueno

Marchelo dijo...

Cuanta verdad Joan, me he sentido tristemente identificado, sobretodo con lo del regusto amargo de la pipa traicionera jeje muy bueno

Marchelo dijo...

Cuanta verdad Joan, me he sentido tristemente identificado, sobretodo con lo del regusto amargo de la pipa traicionera jeje muy bueno