Curiosa aplicación esto del Wordle, aunque cualquiera diría que tengo un blog de cables...
Sitio dedicado a la contradicción, al surrealismo, a la diáspora, a la sinécdoque, al electrocardiograma y al chuletón de buey.
19 de agosto de 2008
12 de agosto de 2008
De cómo ser mejor persona (o robot)
Como hace días que estoy atrapado en una ola de calor constante que humedece ora mis pliegues corporales ora mis oquedades, me he planteado un cambio de vida radical cuyo objetivo no es sino el de la sublimación individual, claro está, siempre a costa del bienestar ajeno. Émulo de Gregorio Samsa voy a emprender una serie de vaivenes mentales, corporales y metafísicos que darán a mi agreste, lúgubre y atroz vida el toque de distinción que necesito a la voz de ya. Por estas y otras innumerables razones que mi corto intelecto y descomunal pereza me impiden mentar, me dispongo a convertirme en una forma de vida a caballo entre la robótica y los tejidos vivos, para progresivamente evolucionar hacia el camino verdadero, esto es, la inteligencia artificial.
El primer paso será el más sencillo: cambiar todo mi sistema circulatorio por cables de cobre, circuitos y demás componentes sintéticos. La sangre es un anacronismo biológico que sólo sirve para salir a borbotones, transportar virus, infecciones y demás bacterias malignas y aumentar la temperatura corporal. Las transmisiones electrónicas sustituirán paulatinamente mis avejentados biorritmos y, al mínimo rasguño, sólo relucirá mi cuprosa condición.
Luego, el trueque de órganos. Nada de pulmones, un buen ventilador que por delante saque aire frío y por detrás caliente, como los aparatos de aire acondicionado que intentan imitar, en cierto modo, el sistema digestivo humano: lo que sobra, por detrás. ¿Corazón? ¿Para qué? ¡Si ya no tengo sangre! En su lugar, una bomba de relojería por si algún día me apetece autodestruirme. A su lado instalaré una batería de litio ionizado (si es que existe el litio ionizado) con autocarga y reciclable. Riñones e hígado intercambiados por radiadores de última generación. Y conservaré el aparato genital, por lo que pudiera suceder, aunque con ciertos implantes que mejoren lo presente para, así, presentarme como el Palote Vil o el Férreo Mandinga. Serán unos buenos implantes. Sí, señor.
¡Fuera ligamentos, codos, rodillas y tendones! Vengan a mí las bisagras, las tuercas y engranajes varios y, sobre todo, Tresenuno, que eso de chirriar no se lleva. ¿Los ojos? Con una cuchara y al son de plop, fuera de las cuencas. Instalo en su sitio detectores de movimiento, de luz, de calor y de mierdas de perro (amigos, no sabéis lo cerdos que son en mi barrio). Y para suplir la carencia de segregaciones endocrinas, optaré por inyecciones de anticongelante, un gota a gota de gasolina súper y depósitos de nitrógeno líquido. Las mezclas resultantes guiarán mi carácter.
Y ya sólo queda el cerebro y el gran dilema. ¿Qué hacer con él? Y os lo digo a media lobotomía, porqué me han asaltado las dudas. Es que me he arrancado el cerebelo y he empezado a bailar charleston y hablar en tagalo septentrional para alegría de la comunidad de vecinos que, harta de mi querencia por los decibelios, ahora contraatacan haciendo chanza de mi depauperada y robótica persona. ¿Qué hago? ¿Prosigo con la lobotomía y me incrusto un procesador Amstrad (que es el equivalente a mi cúmulo de neuronas)? ¿Inserto en cada hemisferio cables, tubos, pilas, transistores, conmutadores y una radio con el Carrusel de la SER para mezclar robot y persona? ¿O dejo la esponja viscosa en su sitio y procedo a la sutura craneal? Necesito vuestra ayuda.
El primer paso será el más sencillo: cambiar todo mi sistema circulatorio por cables de cobre, circuitos y demás componentes sintéticos. La sangre es un anacronismo biológico que sólo sirve para salir a borbotones, transportar virus, infecciones y demás bacterias malignas y aumentar la temperatura corporal. Las transmisiones electrónicas sustituirán paulatinamente mis avejentados biorritmos y, al mínimo rasguño, sólo relucirá mi cuprosa condición.
Luego, el trueque de órganos. Nada de pulmones, un buen ventilador que por delante saque aire frío y por detrás caliente, como los aparatos de aire acondicionado que intentan imitar, en cierto modo, el sistema digestivo humano: lo que sobra, por detrás. ¿Corazón? ¿Para qué? ¡Si ya no tengo sangre! En su lugar, una bomba de relojería por si algún día me apetece autodestruirme. A su lado instalaré una batería de litio ionizado (si es que existe el litio ionizado) con autocarga y reciclable. Riñones e hígado intercambiados por radiadores de última generación. Y conservaré el aparato genital, por lo que pudiera suceder, aunque con ciertos implantes que mejoren lo presente para, así, presentarme como el Palote Vil o el Férreo Mandinga. Serán unos buenos implantes. Sí, señor.
¡Fuera ligamentos, codos, rodillas y tendones! Vengan a mí las bisagras, las tuercas y engranajes varios y, sobre todo, Tresenuno, que eso de chirriar no se lleva. ¿Los ojos? Con una cuchara y al son de plop, fuera de las cuencas. Instalo en su sitio detectores de movimiento, de luz, de calor y de mierdas de perro (amigos, no sabéis lo cerdos que son en mi barrio). Y para suplir la carencia de segregaciones endocrinas, optaré por inyecciones de anticongelante, un gota a gota de gasolina súper y depósitos de nitrógeno líquido. Las mezclas resultantes guiarán mi carácter.
Y ya sólo queda el cerebro y el gran dilema. ¿Qué hacer con él? Y os lo digo a media lobotomía, porqué me han asaltado las dudas. Es que me he arrancado el cerebelo y he empezado a bailar charleston y hablar en tagalo septentrional para alegría de la comunidad de vecinos que, harta de mi querencia por los decibelios, ahora contraatacan haciendo chanza de mi depauperada y robótica persona. ¿Qué hago? ¿Prosigo con la lobotomía y me incrusto un procesador Amstrad (que es el equivalente a mi cúmulo de neuronas)? ¿Inserto en cada hemisferio cables, tubos, pilas, transistores, conmutadores y una radio con el Carrusel de la SER para mezclar robot y persona? ¿O dejo la esponja viscosa en su sitio y procedo a la sutura craneal? Necesito vuestra ayuda.
5 de agosto de 2008
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