20 de septiembre de 2010

Huelga trabajar

Hola a todos,

Escribo aquí para informaros que el próximo día 29 no iré a la huelga. No voy a secundar un paro que iría contra la naturaleza de mi condición durante toda mi vida: la desocupación y el recreo constante. Mi larga inactividad, parecida a la de este blog, me impide unirme a la estulta masa. Estos años pasados, incluso diría lustros, me han tenido ocupado en la más completa de las naderías. Ora me echaba una siesta, ora tomaba el sol. El comercio y el bebercio han ocupado largas horas del día y cuando caía la noche, he continuado con la misma dieta.

Lo mejor de mi permanente estado ocioso es la remuneración que recibo. Es algo moderada, eso sí, pero remuneración al fin y al cabo. Muchas veces debo apretarme el cinturón, pero no creáis que es a menudo. Las mariscadas están a la orden del día. Entre todos colaboráis para que pueda ser así, pensadlo: vosotros ocho horas (por no decir nueve) encerrados, bebiendo café laxante, aguantando jefes halitósicos, compañeros palurdos y trabajos sin futuro alguno y yo, en cambio, rascándome el escroto hasta hacerme costra con el dinero de todos.

La verdad es que nunca me he ganado nada: todos los trabajos (por llamarlos de alguna manera) me han caído del cielo. De hecho sólo tengo (¿tuve?) uno, pero ha sido gracias a un enchufe que sería la envidia de muchos y que me ha servido para mantener a la familia. Toda la familia. Ésos sí que son una panda de vagos. Yo traigo los cuartos (bueno, vosotros me mandáis vuestros cuartos) y ellos se los gastan. Son arpías, personas indeseables y con gustos carísimos. Y también bastante ajenos a los cánones de belleza actuales, empezando, por ejemplo, por mi mujer.

Me aburro tanto en casa que, a veces, me pongo una corona que hay por un baúl y me paseo por mi casa como llegué al mundo porque me da la real gana. Busco lo primero que se mueva para restregar la cebolleta. Mi mujer se escandaliza y pone unas muecas que la afean más aún, si cabe. No sé cómo he podido vivir tantos años al lado de ese engendro, pero imagino que la inactividad se ha extendido hasta mi cerebro convirtiéndome en un incapaz de por vida.

Pues lo que os decía. Día 29 iré a trabajar. Ese día iré a darlo todo. Ya que vosotros os matáis el resto del año, yo lo haré por un día. Es por eso que os animo a convocar una huelga general por año. De esta manera, sabré lo que es trabajar, pero sin pasarse. Iré al tajo una vez cada 365 días, aunque, ahora que lo pienso, tampoco sé cuál puede ser mi cometido después de este letargo laboral tan pronunciado.

Os mando un abrazo muy fuerte.

Fdo,

Juan Carlos I de Borbón

PS: El de día 25 de diciembre, lo escribe otro. Supongo que ya os lo imaginabais.