29 de septiembre de 2006

Reflexiones estúpidas

¿Por qué Bill Gates se empeñaría en bautizar su interfaz gráfica como Windows? Ventanas, mmmmh... Uno ve cosas a través de una ventana, pero sólo las ve. ¿No sería mejor haberlo nombrado Doors? Uno puede entrar a través de una puerta, poner y quitar y modificar y crear cosas. Hacerlo través de una ventana da una sensación de furtivo, de ilegal, de un camino no natural (¿o acaso entráis en casa por la ventana?). En fin, estas reflexiones serán fruto de las drogas o de la falta de ellas, seguro.

28 de septiembre de 2006

Qué pasa?

Qué pasa cuando no hay nada que decir?
Qué pasa cuando la tele ha muerto y sólo viven las descargas del emule?
Qué pasa cuando las cucarachas desaparecen con la llegada del frío?
Qué pasa cuando Eto’o se lesiona para tres meses?
Qué pasa cuando los números de Lost son un enigma, de momento, indescifrable?
Que sale un post como éste. O sea, no pasa nada.

27 de septiembre de 2006

Hardcore


Hundido eternamente en los círculos underground. Ni siquiera aparecía en las revistas de metaleros. Asociado a violencia, drogas, ignorancia, y demás mierda. Por fin alguien se digna a hacerle un homenaje, aunque sea parcial.

AMERICAN HARDCORE

Clarividencia

Odio la polémica, especialmente cuando aquellos con los que discuto esgrimen argumentos maniqueos, blanquinegristas y unilaterales. Infructuosamente intento hacerles ver los puntos de vista que existen en el mundo, es decir, la infinidad de maneras de abordar un comentario, una tendencia, una idea, etcétera. He visto refrendada esta manera de pensar en el artículo de Antonio Martínez en El País de este domingo. Lean el final:

Después tenemos otra consideración: alguna vez he hecho el ejercicio de salir a la calle en hora punta, en el centro de Barcelona o de Madrid, y contar el tiempo que pasa antes de que me cruce con alguien con el aspecto de Ángel Acebes, Eduardo Zaplana y Mariano Rajoy. A veces quince minutos, a veces media hora, a veces solo los ves en los escaparates. A veces uno se engaña a sí mismo, y le parece que lo que le rodea es lo normal. No, hijo, no. En algún momento hay que desengañarse: el patrón de la humanidad no es uno mismo, y los demas son ejemplares defectuosos de ser humano. No es así. No hay gente normal y gente anormal, ni ideas normales e ideas anormales, paranormales o subnormales. Hay ideas distintas y personas distintas. Lo mayoritario no es lo normal. Es lo mayoritario. Una vez uno asume eso, tiene muchos números para ser, no sólo una persona tolerante, sino incluso, un demócrata. Ánimo.

Ya lo sabéis, lo mayoritario no es lo normal. Sólo es lo mayoritario.
El resto del artículo lo tenéis AQUÍ


Un saludo y gracias, Antonio.

21 de septiembre de 2006

El cansancio


Fulanito es un trabajador incansable. ¿No se cansan de oír esta frase? Estuvo al pie del cañón, dando el máximo, se quedó toda la noche trabajando en el proyecto, adora a la empresa… Madre mía del amor hermoso y Cristo y todos los santos y la leche. ¿Pero este quién es? ¿Qué se ha creído? O es un trepa o no sabe nada de la vida. O sabe demasiado. Porqué su actitud no va hacer nada más que provocarnos problemas. Sobre todo en España.

Cuando sus informes contengan más referencias que los tuyos, y mejor documentadas, cuando el jefe le salude por su nombre y mande a los de seguridad a vigilarte, cuando te deje su tarea para que la termines tú y se lleve todos los méritos, cuando empieces a pensar, incluso tú, que es un trabajador nato y tú un vago atroz incapaz de sacar un café de la máquina sin ayuda. Entonces aquí será cuando tendrás que tomar medidas. Has llegado a un nivel de escaqueísmo tan grande que cualquier ápice de cambio en tu situación debe ser aplacado sin dudar.

Todos sus informes van a llegar sospechosamente manchados de café, arrugados o con manuscritos –por ejemplo, caricaturas del jefe o de su mujer-. Todas las culpas y problemas de todos los departamentos, incluído el informático, van a llegar a su teléfono. En el historial de su navegador sólo aparecerán páginas de “barely legal” –como os pasa a muchos de los que leéis estas líneas-. Correrán mil rumores sobre su pasado turbio en la cárcel, politoxicómano y con tendencia a recogedor oficial de pastillas de jabón. Y no nos olvidemos de las chinchetas en la silla o el laxante en el café. Clásicos que no caducan.

Llegados a este punto, su cansancio físico y emocional empezará a hacer mella en su rendimiento, por lo que eso de “Fulanito es un trabajador incansable” se convertirá en “Fulanito la ha vuelto a liar” o “¿Has visto a Fulanito? Qué mal está, ¿verdad?”. Y tú recuperarás tu estatus anterior: volverás a ser la persona anónima y monótona de siempre. Ése es el espacio vital que has defendido ante Fulanito, el trabajador incansable que lo amenazaba. Si es que nos conformamos con poco, pero que no nos lo toquen. No queremos cansarnos.

19 de septiembre de 2006

Cuestión de modas


Hay veces que uno se pregunta de dónde saldrán las modas o por qué las sigue todo el mundo a rajatabla creando ejércitos de transeúntes uniformados. Pero hay otras veces que la pregunta incide sobre el contenido de una moda en concreto. En especial cuando uno observa la nueva tribu urbana que se ha creado fruto de mezclar a los rastafaris, los vagabundos y los punkis de chapa en la solapa, cresta afilada y politoxicomanía extrema.

Es por eso que, ya que tarde o temprano todos sucumbiremos a “la moda”, le propongo unos breves consejos para no convertirse en una antigüedad viviente. Para estar a la última, siga estas pautas básicas y, en un santiamén, se habrá convertido en uno de ellos.

Córtese el pelo sólo por los lados y déjese larga la parte superior. Adorne su cogote con rastas y mechas multicolor. Puede optar por combinar los estilos rapándose la parte delantera, o la que usted desee. Nunca olvide las rastas o la asimetría. Cuanto más extravagante parezca, mejor. Las crestas punkis ya no se estilan.

Coja toda su ropa y tírela. Sin más. Separe una camiseta y unos pantalones elásticos y rómpalos, agujeréelos, ensúcielos. Ni se le ocurra limpiar esa ropa jamás. Por extensión, tampoco se acerque a gel o champú alguno.

Haga acopio de cadenas, chinchetas, llaveros, cinturones, candados, mosquetones y otros elementos metálicos y cuélgueselos por todo su cuerpo. Si consigue ensartar el mosquetón en su oreja, se ganará la admiración de sus homólogos. Clave, cuelgue o pegue los demás por todo su cuerpo y ropa. Si chocan entre ellos, mejor.

Olvide el hatillo. Ya no está de moda. Reúna todas sus pertenencias en una mochila y/o carrito de supermercado. A mayor cantidad de enseres colgando por el exterior, mayor es la aceptación entre sus iguales.

Desprecie el cristal. Beba sólo de recipientes de cartón. ¿Quién querría un buen vino teniendo Don Simón? En los contenedores de basura, especialmente los cercanos a establecimientos de comida rápida, encontrará todo el aporte vitamínico que requiere su nueva vida. Si no es así, dedíquese al consumo de estupefacientes.

Consiga un perro. No necesitará correa, el animal le seguirá vaya donde vaya. Es inherente a su nueva condición. Quizá por el olor, quizá por compasión, el chucho será su nueva sombra.

Adquiera una flauta. Apréndase una canción que no requiera más de dos notas y, cuando la interprete, equivóquese en una. Repítala hasta que la gente se vuelva loca. Acompañe la interpretación con un ligero ladeo de cintura, es altamente persuasivo.

Para terminar, lo más difícil. Busque su zona de influencia y aprópiese de ella. Establezca un recorrido estándar y recórralo sin parar. Aderece su recorrido con unos andares dubitativos, sincopados. Antes deberá haber memorizado esta frase: “¿Una monedita?”.

18 de septiembre de 2006

Consejos televisivos


Como directivo de programación de una cadena televisiva harto famosa me dirijo a la plebe para que, a modo de arenga, capten la esencia de nuestro ideario hertziano. Por todos es conocida la aceptación de nuestra parrilla vespertina, siendo la vida de cada uno el eje moral que nos acompaña desde hace unos años. Seguro que usted, ávido espectador, ha deseado participar en este cúmulo de emociones que le brinda nuestra cadena. Así las cosas, le conmino a seguir estos pasos para convertirse en nuestra próxima estrella de la tarde. Y de los záppings.

Para empezar, deshágase de sus escrúpulos. No los queremos para nada. No venden. Sea cruel, ruin, venda su alma al mejor postor. O sea, nosotros.

Pierda su educación si es que alguna vez la tuvo. Procure ser grosero, insulte, interrumpa a su acompañante, a los demás participantes, al presentador o la presentadora. Grite cuando le apetezca. En resumen, monte el espectáculo. A ser posible, chabacano y barriobajero.

Reinvente el lenguaje. Anímese con los neologismos, abuse de la perífrasis, cambie los pronombres. No tenga vergüenza, los demás le verán como un igual. Aquí no destruimos la gramática, se trata de una deconstrucción de lo más creativo. Los expertos jamás nos entenderán, estamos adelantados a nuestro tiempo.

En cuanto al aspecto físico, puede ganar puntos si aparece con un diente menos, especialmente si le confiere un aire grotesco. Para este caso, la pérdida de algunos incisivos, conocidos como paletas frontales, es de lo más adecuado. También cabe la opción de engordar 100 kilos o 200 dependiendo del sacrificio de cada uno. La cuestión es llamar la atención.

Fornique con su madre, su padre, sus hijos y cualquier familiar y/o amigo. Cuanto más cerca de la patología sexual, mejor. En este caso sí que hay un tope. La necrofilia no vende en televisión. Deje embarazadas a varias menores de edad. Quédese embarazada con 13 años. Después nos lo cuenta.

Por último, para convertirse en un ser abyecto integral debe recordar que las lágrimas, el dolor, las agresiones físicas o psíquicas se convierten en puntos de audiencia. No nos defraude.

16 de septiembre de 2006

Sin lengua

Para aquellos que prefieren jugar con las letras y las palabras en lugar de escupirlas y rasgarlas, hay un blog estupendo en el que se pueden encontrar cosas como ésta:

Antología
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no ha mucho que vivía un burrito pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que parecía todo de algodón. Y los sueños, sueños son.

El Deslenguado tiene muchos más como este.

13 de septiembre de 2006

Las vacaciones (2)


Se acabó el verano y es hora de hacer balance. Nefasto un año más. No has viajado, te inventaste una trola tremenda y en la oficina te pillaron por culpa de Fernández, el auténtico Richard Gere de la Polinesia. Llevas semanas siendo objeto de burlas, cada vez más incisivas, por ser incapaz de reconocer que has estado solo todo el verano y has seguido quedando con la abuela de los Jiménez. Encima, tú no lo sabes, pero tiene intenciones de llevarte a la perrera municipal. Ya sabes, el amor no es eterno. Sólo has sido un rollete de verano para ella. Fíjate que ya ni te ponía crema, ni te lanzaba objetos para que los recogieras ni nada.

En la oficina es peor. Como estabas tan integrado en la agreste naturaleza polinésica, según decías, la supervivencia se ha convertido en tu bandera. Te han quitado la silla y rebautizado como el Sinsilla. Todo lo que tu imaginación produjo –es decir, una mezcla entre Indiana Jones, McGyver y Robinson Crusoe- se ha vuelto en tu contra. Te automutilaste en vano. Para rematar, en el tablón de anuncios hay un montaje fotográfico de un San Bernardo enorme y tú. Se titula: “La abuela y el Sinsilla en la Polinesia”. Eso te lo has buscado.

Y te acuerdas de tu metro cuadrado de playa. Pequeño, pero tuyo, al fin y al cabo. Tu espacio de libertad dónde no debías fichar ni presentar hojas de contabilidad. Eso sí, te tenías que levantar a las cinco de la mañana para encontrar ese metro cuadrado. Pero, ¿qué importa un madrugón cuando estás de vacaciones? Así aprovechabas el día. Embutido entre la gente y la arena, y con unas ojeras boriskarlofescas, pero disfrutando. Las mismas ojeras que te producen las once horas diarias que te han asignado en el trabajo. Y encima, durmiendo en la perrera.

Ahora eres el Sinsilla y tienes que teclear sentado en el suelo y el borde de la mesa te hace llaga en las muñecas. Si te pones de rodillas te va mejor pero te destrozas el menisco ya que han colocado piedrecillas debajo de la moqueta. Entonces optas por apilar paquetes de hojas, sin embargo, tus compañeros –ahora archienemigos- sólo cogen papel de tu innovador asiento, cosa por la cual, con el paso de los minutos, vuelves a dar con tus posaderas en el suelo y retomas el deterioro del túnel carpiano. Además, en tu ausencia, las alimañas oficinescas han cambiado ciertas teclas de sitio y tus informes ahora sí que se parecen al idioma que infructuosamente inventaste. Quieres escribir “Estimado cliente” y sólo aparece “Abunga-kelele”. Además de Sinsilla pareces analfabeto, o eso reflejan tus informes jerogíficos.

Y es que, cuando estás en el bucle de ser el hazmerreír del trabajo, sólo sales de ahí cuando otro hace un ridículo superior al tuyo, con lo que coge tu relevo. A este paso, el sitio es tuyo de forma vitalicia. Que sobreviva, dicen los demás. Cuando te hayan despedido, cuando el borde de la mesa haya seccionado tus manos, cuando eches de menos a la abuela de los Jiménez, sólo entonces sabrás que es el momento para vengarse de Fernández.

4 de septiembre de 2006

Uno más

Hoy, 4 de septiembre es mi cumpleaños.
Ya son 28 añitos.
Gracias a la wikipedia, uno se entera de estas cosas:

El 28 es un número compuesto, que tiene los siguientes factores propios: 1, 2, 4, 7 y 14. Como la suma de sus factores es 28, se trata de un número perfecto; concretamente el segundo, después del 6 y antes del 496.

Hay 28 fichas en el juego del dominó.

Los alfabetos danés y sueco tienen 28 letras.

Buscando qué webs tienen el 28 como "leitmotiv", he llegado a encontrar cosas como ésta (no os asustéis, bajad el volumen).